Candil de la Calle

Hilo negro

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Si los hombres, una vez que han hallado la verdad, no volviesen a retorcerla, me daría por satisfecho.

Johann Wolfgang von Goethe

(Foto: Especial)

Descubren el hilo negro.

Columnistas, analistas, políticos descubren, se alarman, escriben sobre la realidad que descubren gracias a los números que en materia de asesinatos e inseguridad arroja el INEGI: que Guanajuato no es la isla segura que durante tantos años, y particularmente en medio de la vorágine de violencia registrada en los más recientes, se creyó.

Que los asesinatos se han multiplicado en los últimos tiempos. Que la entidad se ubica entre las 15 entidades con mayor número de homicidios en la escala nacional.

El hilo negro.

Porque las señales han estado ahí desde hace tiempo, desde hace cuatro, cinco años, con toda claridad y certeza.

Porque en este mismo espacio se ha dado cuenta de ello, con insistencia, con alarma, con preocupación, con certeza.

Hoy las cifras sólo confirman la descripción de las circunstancias que desde aquí se han puesto sobre la mesa: que el 2011, así como fue el año más violento y con más asesinatos en el país, en Guanajuato se llegó a la escalofriante cifra de 619 ejecuciones.

El número se refiere a aquellas muertes violentas, generalmente vinculadas al ámbito del crimen organizado.

No queda mucho más qué decir, salvo que está claro que en Guanajuato la presencia de los grupos del crimen organizado se hace cada vez más ostensible; que hubo un periodo de relativa tranquilidad propiciado, según algunas versiones, por acuerdos, o de acuerdo con otras, por la presencia estratégica de liderazgos asentados en ciudades del estado.

Que ese periodo de relativa calma se ha visto truncado por las pugnas entre estos mismos grupos; por los operativos federales; por la ruptura de acuerdos, las alianzas que se hacen y se deshacen; por una transición política que, desgraciadamente, lleva de la mano el tema de la delincuencia organizada, de los cárteles, de los grupos irrumpiendo en tantos ámbitos de la sociedad.

Del otro lado de la política, el gobernador del estado Héctor López Santillana descubre también el hilo negro cuando va adoptando actitudes, copiando respuestas, imitando conductas propias de los gobernantes ensoberbecidos con el poder.

Apenas salió de una larga campaña electoral, en la que hizo su trabajo para su antecesor y para el candidato del partido que lo arropó y lo convirtió en gobernador, recorriendo los municipios, entregando recursos, inaugurando obras, anunciando programas para la población vulnerable, aquélla a la que han acostumbrado a la dádiva, y ahora se asume como censor de la opinión pública.

El gobernador ha dicho a los reporteros que ya no responderá preguntas sobre ese ofensivo elefante blanco que es la Expo Guanajuato Bicentenario, y les ha “sugerido” —en aras de su investidura— que ya no le pregunten al respecto.

Igualito, lo mismo hacía su antecesor Juan Manuel Oliva Ramírez ante aquellos cuestionamientos que lo atosigaban. Que le incomodaban. Que lo podían obligar a rendir cuentas y transparentar actos de gobierno que no estaba dispuesto a rendir ni a transparentar.

Bueno. Qué podíamos esperar. Si acaso, que el siguiente, Miguel Márquez Márquez, no nos salga con lo que sólo hablará a la ciudadanía de lo que le venga en gana.

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Verónica Espinosa es periodista. Ha desarrollado una importante trayectoria en medios impresos y electrónicos de la región desde hace ya varios lustros. Actualmente es corresponsal del semanario Proceso en el estado. Con más de una década de emisiones radiofónicas a sus espaldas, Candil de la Calle, prestigiada columna de opinión, análisis y crítica política ahora llega cada miércoles a través de igeteo.mx por escrito, para descubrir la desnudez de la política y la observación acerada sobre la cosa pública.