Desde las últimas décadas, estamos en una sociedad rodeada y dominada por la mercadotecnia; ésta genera necesidades artificiales entre la población haciéndole creer que necesita ciertas cosas y subconscientemente la sociedad se ve obligada a consumir.
Ante este escenario consumista por excelencia la mercadotecnia no sólo se ha vuelto generadora de necesidades falsas sino se ha convertido en aquello que dicta el gusto de las personas. De esta manera, el grueso de la población se mueve hacia donde el mercado lo guía y así se generan personas que usan, visten, calzan e incluso comen lo que el mercado distingue a través de la publicidad como “lo mejor”.
Pero ¿qué pasa cuando la publicidad se apodera también del arte y la literatura? La respuesta a esta cuestión es simple, el arte y la literatura aparecen tratados como un producto más de consumo inmediato, volviéndose una necesidad de recreación inmediata, fugaz y efímera que da oportunidad de que textos de poca creatividad y con nula originalidad lleguen a ser los más vendidos del mercado; esto por supuesto en el momento inmediato de su explotación mercantil, pues como todo producto de moda tiene una vida útil, dentro del comercio, muy corta, lo que provoca que pocos años después de su mayor explotación, sus ventas bajen radicalmente y la sociedad los olvide y reemplace por el nuevo producto de moda.
Es importante destacar en este punto que la obsolescencia constante a la que la sociedad se ha acostumbrado no puede llegar a perturbar del mismo modo el terreno de lo artístico y literario, pues una de las principales cualidades que debe tener el arte para ser considerado tal es esa capacidad de permanencia en el tiempo.
Y si por el contrario en vez de que la gente logre identificar un texto clásico o contemporáneo con verdaderas características artísticas; como arte identifican un movimiento comercial con pocas posibilidades de permanencia en la memoria de la gente, nos enfrentamos ante un problema estético de nivel global.
Debemos antes que nada reestructurar nuestro gusto estético e identificar cuando se trata de un verdadero movimiento artístico reforzado adecuadamente por la publicidad, es decir, usando ésta como una herramienta necesaria para la promoción cultural de una obra artística o literaria, y cuándo es completamente al revés y la mercadotecnia lo que hace es tomar cualquier pieza de literatura basura, que se asemeja bastante a las telenovelas que desde hace décadas no cambian sus temáticas ni su historia, o que plagia por completo mitos y leyendas antiguas sacándolas un poco de contexto para hacernos creer que son productos originales.
De esta manera somos víctimas de la venta de la forma, cosa que nos hace olvidarnos por completo de la importancia del contenido de lo que leemos.
Hay que resaltar que el arte no es de ningún modo una necesidad, sino una oportunidad que todos deberíamos darnos para apreciarla y disfrutarla en todo su esplendor, pues el arte es alimento para la mente y el alma, y por el contrario los productos pseudo artísticos mercantiles sólo son obstáculos para una verdadera formación de un criterio propio, abierto y con verdadero sentido estético.
Cuidémonos entonces de falsas manifestaciones artísticas impregnadas de charlatanería mercantil y seamos capaces de indagar en lo que verdaderamente podría formarnos un verdadero criterio literario y artístico para así tener la oportunidad de cruzarnos con la verdadera experiencia estética.
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Yunuen Alvarado Rodríguez (1989, León, Gto.) es licenciada en Letras Españolas por la Universidad de Guanajuato.
