El 22 de enero de 1928, Guanajuato, Gto. es testigo del nacimiento de su más emblemático y exitoso escritor, Jorge Ibargüengoitia Antillón.
La vida de este representativo escritor, comienza marcada por la muerte de su padre cuando apenas él tenía dos años de vida, al enviudar su madre regresa a vivir con su familia, lo que provocó que Jorge creciera entre mujeres, quienes lo adoraban y consentían; sin embargo siempre aconsejaron a Jorge que se convirtiera en un Ingeniero, pues, según Jorge, su familia tuvo dinero y lo perdió, por lo que tenían la esperanza de que él profesionalizándose como ingeniero recuperara aquella posición social que habían perdido.
En afán de darle gusto a su familia Jorge se inscribió en la facultad de Ingeniería de la UNAM, pero faltándole sólo dos años para terminar la carrera decidió abandonarla en afán de perseguir su verdadera vocación, la de escribir.
Ante tal decisión su familia reaccionó negativamente, pero a Jorge no le importó puesto que de inmediato su carrera de escritor fue cosechando frutos, una de sus primeras obras teatrales, El atentado (1963), ganó el premio Casa de las Américas, y después de este acontecimiento escribe su primera novela, Los relámpagos de agosto (1964), con la que en 1965 gana nuevamente el premio Casa de las Américas.
El éxito indudable de Jorge Ibargüengoitia radicó principalmente en su peculiar estilo de escritura, el cual consiste de un manejo impecable del sarcasmo y la mordacidad con la que critica severamente la vida política y social de México y sobre todo se concentra en una crítica radical a la vida provinciana de aquella época.
La novela que puso a Guanajuato en el mapa de la literatura hispanoamericana, fue, en orden cronológico la tercera de las novelas de Ibargüengoitia, Estas ruinas que ves, en la que satíricamente describe un ambiente cerrado y lleno de inconsecuencias e incongruencias morales, impregnado a la vez de un rasgo que constantemente cruza la frontera entre inocencia e ignorancia.
Es de hecho en esta novela, donde el nombre de Cuévano, empieza a asociarse con Guanajuato, nombre que Jorge elige para esta ciudad relacionándolo con dos cosas, la geografía física innegable de Guanajuato como un pueblo escondido entre montañas y un paralelismo del mito de la caverna del filósofo griego Platón, donde los habitantes de la caverna sufrían de un engaño de sus sentidos, pues al no poder salir nunca de aquella cueva su único contacto con el exterior eran las sombras de los transeúntes que se proyectaban en las paredes, de esta manera creían que más allá de ellos mismos y su caverna todo lo demás eran sólo sombras.
Posteriormente, Jorge también dedicó una novela al famoso escándalo de las llamadas “Poquianchis”, en su libro Las muertas, y cómo olvidar el famoso cuento que después sería una de las mejores películas del cine mexicano, La ley de Herodes.
La muerte de Jorge Ibargüengoitia fue bastante trágica, en un accidente de avión en Madrid, en 1983.
Por su ironía constante, su sorprendente capacidad satírica y su implacable cinismo, Ibargüengoitia fue uno de los escritores mexicanos más criticados, aún en su propia tierra, pues su brillantez era capaz de ridiculizar hasta a los más encumbrados héroes nacionales y de ensañarse hasta con el más puro orgullo regional, sin embargo, los resultados que tuvo ante la crítica literaria profesional hablan por sí mismos, pues fue becario de la fundación Rockefeller en Nueva York, entre otras varias, ganador de múltiples premios y además aclamado por la más exigente crítica de la época.
Es innegable que al enfrentarnos a los textos de Ibargüengoitia, existen momentos en los que podemos claramente identificar a muchos de sus personajes con gente aún de nuestro entorno actual, lo que lo coloca como un escritor vigente y como una excelente opción para recrearse y divertirse, leyendo verdaderas y auténticas piezas literarias.
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Yunuen Alvarado Rodríguez (1989, León, Gto.) es licenciada en Letras Españolas por la Universidad de Guanajuato.