¿Sucedió?

Los líderes caciques

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Caudillos y Huey Tlatoani (Foto: Especial)

Como apuntábamos en nuestra colaboración anterior, la figura del cacique mestizo es la heredera de los personajes encarnados, por un lado por el caudillo, proveniente de la cultura española, fuertemente influida por la dominación musulmana de varios siglos que tuvieron en aquella nación, y por el otro, por el huey tlatoani, surgido de nuestros ancestros mexicas.

El cacique es la personificación más acabada del liderazgo en nuestra nación, desde la temprana era virreinal, que condensa las mejores y las peores características del caudillo y del huey tlatoani. Es con dicha personificación con la que se han construido prácticamente todas las instituciones nacionales, pues es con ese estilo de liderazgo —autoritario, vertical, irrefrenable, solitario—, con el que hemos contado desde hace casi cinco siglos.

Hay una anécdota que viste de cuerpo entero a un típico cacique, quien es adorada casi sacramentalmente, como los tlatoanis y se comporta como los caudillos, sin permitir chistar a sus subalternos. Se le atribuye al presidente Miguel Alemán y a uno de sus secretarios y es la siguiente: resulta que en una ocasión, preguntó el presidente a uno de sus ayudantes: «¿Qué horas son, señor licenciado?», a lo que tragando saliva y de manera apresurada, éste respondió: «Las que usted ordene, señor presidente».

Es hasta hace relativamente poco tiempo, hasta bien entrado el siglo XX, allá por la década de los sesenta que en México empiezan a ventilar vientos nuevos de cambio, cuando se empiezan a develar, a través de compañías extranjeras, diferentes maneras de dirigir grupos y equipos de trabajo, también se dan nuevas experiencias a través de los becarios que salen al extranjero y regresan con novedades administrativas, las que tienen que ver con el desarrollo organizacional, con la calidad y con el trabajo en equipo.

Y es que en el  mundo, desde hace ya un buen tiempo, el nombre del juego es el del trabajo en equipo, para el cual se requiere de un tipo de liderazgo diametralmente opuesto al que ha campeado entre nosotros desde hace siglos; ese estilo de liderazgo requerido es coparticipativo, es decir, se comparte con los dirigidos, permite su participación cercana intensiva y extensivamente; es un liderazgo que no sólo permite, sino que promueve el que los subalternos tengan injerencia en las decisiones, que compartan la responsabilidad, pero también el poder en la conducción de los asuntos que les incumben.

En el liderazgo caciquil que hemos padecido en nuestro medio y en el ambiente de mediocridad y pasividad, que por tanto caracteriza a nuestra fuerza de trabajo, existe una calma chicha, donde realmente no hay avances en los logros, caracterizado por un apotegma que sintetiza esta situación y que se resume en la siguiente frase: «Vámonos entendiendo, tú haces como que me pagas y yo hago como que trabajo». Es una situación en la que los colaboradores no sugieren nada a los “de arriba”, no les proponen mejoras nunca, pues creen (generalmente con razón), que no les van a hacer caso o si se lo hacen, los van a reprender, o en el mejor de los casos, llevarán a cabo la mejora, pero sin  ningún reconocimiento para el autor de la iniciativa

Y lo narrado en el párrafo anterior, va en contra de lo postulado por Imai en su libro Kaizen, de la mejora continua, donde preconiza que si Japón se logró levantar de su derrota mundial en la segunda guerra, fue gracias a que cada trabajador japonés ponía en sus tareas diarias, no sólo su fuerza laboral bruta, sino también todo su talento e inteligencia. También dice Imai que todo trabajador tiene por lo menos tres o cuatro buenas ideas de cómo mejorar su trabajo.

Si lo anterior es cierto, ¿por qué no ejercer e instaurar un liderazgo que prohíje la participación comprometida y entusiasta de los trabajadores?

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O.A. Morales. Esforzado nadador y ciclista ocasional, muy temprano dejó su natal Guanajuato para avecindarse en la delegación Gustavo A. Madero del DF. Su experiencia de más de cuatro décadas, ha girado alrededor de temas de calidad, comunicación y educación,   abarcando los sectores público, privado y social.  Comunicólogo y maestro en Ingeniería de la Calidad, es locutor, periodista y docente en licenciatura, maestría y extensión universitaria. Amante del arte, disfruta particularmente de las artes escénicas y la literatura. Vive enamorado de las palabras y las imágenes.