Candil de la Calle

Tan pocas esperanzas

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Las revoluciones se producen en los callejones sin salida

Bertolt Brecht

Luis Fernando Gutiérrez Márquez (Foto: Archivo)

Me encontré por las calles de esta ciudad con un amigo que acaba de vivir unos meses en el extranjero. El hecho de haber puesto esa distancia durante esas semanas en las que permaneció en un país europeo, en santa paz como dicen las abuelas, le dejó clavada una espina que ahora le cala cada vez que se entera de los incidentes vinculados a la inseguridad que se han vuelto cotidianos en la capital del estado.

Nuestra conversación giró en torno a esta sensación de zozobra que comienza, poco a poco, a invadirnos también a quienes vivimos en esta ciudad. Amigos y conocidos han sido asaltados en los callejones; en algunos barrios de los considerados conflictivos, los pleitos multitudinarios son sucesos “normales” de fin de semana”.

Ya no es atrayente la idea de caminar por las calles del centro en una medianoche de fin de semana.

Nuestra opción de compras, de tiendas departamentales, de esparcimiento a gran escala, se llama León. Y en la ciudad de León están ocurriendo también sucesos violentos a gran escala, absurdos, aberrantes. Cercanos.

Reforzamos la seguridad en nuestras viviendas porque los robos domiciliarios se multiplican.

Vemos la insalvable problemática de un servicio de limpia que termina en un basurero que no alcanza a ser un relleno sanitario, que no cumple los mínimos requisitos, que fue rebasado desde hace tiempo, que es un problema latente, diario, irresuelto.

Vemos cómo las cámaras de seguridad instaladas en las calles para inhibir el delito pueden funcionar con normalidad, pero el elemento humano las convierte en falibles porque a veces no hay quien esté al tanto, porque hay colusión para “hacerse de la vista gorda” mientras se cometen delitos, o porque la grabación de un robo no es una prueba contundente para que una denuncia siga su curso y la procuración de justicia alcance para que se convierta en impartición de justicia.

Vemos cómo la inercia burocrática y las complicidades hacen callar a los funcionarios ante problemas tan impactantes en la solvencia del municipio como el caso de las “momias viajeras” que todo parece indicar, quedarán una vez más para la siguiente administración como papa caliente.

Protegidos, ocultos, cómplices siguen siendo los intereses de algunos empresarios locales como la regidora dueña del antro intocable, que impunemente y sin los permisos reglamentarios organiza fiestas que terminan en batalla campal.

En el Municipio todavía están pensando si se merece un castigo y de qué tamaño podría ser, así, con tamaña desfachatez, cuando todos —sobre todo padres de familia— sabemos cómo opera el antro repleto de menores de edad que consumen bebidas con alcohol y otros negocios subrepticios.

Y sobre éstas y otras cosas que atañen a la autoridad municipal, mi amigo y yo nos preguntábamos ¿cuál será el sello, el perfil, la voluntad, la capacidad, la gestión, el ingenio, el empeño del próximo equipo que encabezará Luis Gutiérrez Márquez como Presidente Municipal? ¿Cuánto le importarán el lugar donde vive, su gente, sus problemas, sus soluciones; hacer un buen trabajo, no robar, corregir errores, rodearse de colaboradores preparados, responsables; administrar eficientemente el presupuesto, escuchar a los ciudadanos?

¿Cuánto le importará ser un buen Alcalde? ¿Cuánto?

Es que… qué mal nos ha ido con los últimos gobiernos.

Ya estuvo bueno.