Literaria

El lenguaje literario: Recreación sin intención funcional

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Vivimos en un mundo en el que el lenguaje codifica absolutamente todo lo que nos rodea, lo que vemos, oímos, sentimos e incluso lo que pensamos se traduce en palabras, palabras que tienen la intención de llegar a oídos de otro interlocutor para ser escuchadas y comprendidas, pues la finalidad primera del lenguaje es la comunicación.

Actualmente los seres humanos somos tan absolutamente dependientes del lenguaje que ya no hay forma de escapar de él, todo lo que el ser humano produce es un producto del lenguaje.

El arte es quizá la más compleja y creativa creación humana y los más estudiados estetas abogan por que tal creación es demasiado sublime para considerarse una necesidad funcional, es decir, considerarla de esta manera degradaría la creación del artista a un producto simple capaz de satisfacer una necesidad básica y esto equipararía al arte con un producto que podemos encontrar en el supermercado.

En efecto el arte no es necesidad alguna, pero se soporta en el instrumento máximo que el hombre inventó para satisfacer su necesidad de comunicación, el lenguaje.

Entonces si el arte se construye de lenguaje y el lenguaje tiene una función comunicativa; ¿cómo es que podemos concebir al arte como algo mucho más sublime y elevado que la simple interacción entre individuos? La respuesta está en el modo en el que el lenguaje se utiliza y la finalidad para la que está destinado.

Por ejemplo, al escribir un poema, el poeta no pretende contarnos parte de su vida ni darnos a entender literalmente sus pensamientos sino pretende generar en el lector una sensación diferente a la que tiene charlando diariamente con cualquier otra persona, distinta a la de leer un mensaje de texto, un correo electrónico o una carta.

La sensación que el artista pretende crear es una sensación de recreación, de contemplación y de sublimación en quien vislumbra su obra.

Con esto el artista no pretende que el espectador tenga una sensación agradable al estar frente a su creación, es decir no pretende que su obra le guste a todo el mundo, un artista maduro y consciente de la subjetividad de la mente humana está dispuesto a aceptar las malas críticas, sin embargo con el simple hecho de que el artista sepa que su obra causó una reacción en el espectador (es decir que la obra no le fue indiferente) es suficiente.

Cada día que pasa convivimos con un lenguaje vivo que cambia con las necesidades sociales, sin embargo cuando el lenguaje es utilizado para creaciones artísticas como lo usan los poetas y escritores (es decir, cuando la función que tiene no es comunicativa sino poética), el lenguaje permanece en el tiempo, y con él una parte del tiempo mismo; el arte es capaz de  llevarnos al pasado por un instante o incluso de transportarnos a un futuro hipotético o realidades extraordinarias y sorprendentes, todo depende de lo que el artista pueda ser capaz de imaginar.

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Yunuen Alvarado Rodríguez (1989, León, Gto.) es licenciada en Letras Españolas por la Universidad de Guanajuato.