Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

Balas

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La riqueza de palabras, repetida por grupos amplios de personas constituye una lengua. El español, es rico no solo en vocablos sino en los múltiples y a veces discordantes significados de estos; no es lo mismo “trastes” en nuestro México, que en Argentina, donde además la “cajeta” para nada es dulce como el inventado por monjitas a partir de leche quemada. Ciertos vocablos parecen tener un origen o desarrollo común, más allá de las características específicas de la lengua de una nación —idioma— como sería el caso de bala en español, bullet, o balle, según nos ubiquemos en los idiomas llamado de Shakespeare o el derivado del provenzal y lemosín hablado antiguamente en la región del mediodía de Francia. En Francés comparten ciertas características de movimiento y forma las balas y las pelotas que indefectiblemente son peligrosas si tales objetos redondos, salen de un cañón. Los sajones tienen muy claro que un boullet, es un proyectil dañino que causa heridas, destrucción y generalmente muerte.

En la lengua identificada con Cervantes, una bala primordialmente es un proyectil usado en armas de fuego, desde cañones, pasando por fusiles, pistolas y el hoy conocido como cuernos de chivo. Sin embargo en alguna época y latitudes a un fardo de algodón, se le denomina bala, como también algunos atados de papel y todo lo que pudiera embalarse. Quien haya estudiado antecedentes históricos de marinería sabrá que hay enramadas de hierro, es decir, cadenas partidas a la mitad, para “desarbolar buques”[1] y que a los antiguos cojinetes de tinta que se usaban para los sellos, también se les denominaba balas. Las balas pues, son algo dinámico, que no solo matan, sino se pierden, se alentan, se desvían y hasta caracterizan ciertas modalidades de personalidad u carácter.

Un individuo alegre y poco serio, que se la vive tratando de ser chistoso sin percatarse de la pena ajena que provocan su comentarios, cánticos desafinados o ironías poco educadas es como “bala rasa”, en cambio aquel que reacciona impulsivamente sin razonar lo que causó su movimiento y lo provocado por él mismo, parece siempre “salir como tiro” aludiendo a la velocidad con que las balas sales del arma una vez disparadas. Algo así como los cientos de misiles israelíes, respondiendo a los de Hamas, que a su vez reaccionaron por el letal y perverso disparo en contra de su líder.

¿Ha sabido de una persona tarambana? Son esos alocados y tontos que todo lo quieren resolver sin pensar siquiera en sus actos o en casos extremos presumen de poder arreglar a tiros su vida, sus fobias, sus taras. Así deberían ser calificados todos esos iztapalapenses históricos que con un poco de alcohol en su torrente salen a “disparar al aire” sin imaginar el dolor que han causado a familiares de víctimas inocentes de sus “balas perdidas” cuyo distante destino de donde se originó el tiro, luego de rebotar, después de atravesar ventanas, o techos han cegado la vida de una madre, convertido en discapacitado a un infante o matado a un hijo de 10 años que simplemente fue al cine.

¿Y que hacen las autoridades responsables de la seguridad de los ciudadanos de la hoy llamada aldea global? ¿Ha sido suficiente la prohibición de uso de las balas dum-dum[2] y las posteriores incluidas como extremadamente letales, después de que los comerciantes de la guerra agotaron sus existencias de inventario en este negocio de muerte?

A unos cuantos días del cambio de estafeta en la presidencia de México, anhelamos tener noticias más alentadoras, que las estadísticas de miles de balas decomisadas, más de un ciento de ellas disparadas en contra de un solo vehículo aun cuando este fuera diplomático, otra cifra no determinada de las usadas en contra de “la delincuencia organizada”, las gastadas por las bandas de estos mismos criminales en el pleito por las plazas del comercio ilegal de todo y el indefinido número de las que dieron fin a la vida de víctimas llamadas despectivamente “colaterales”.

Anticipándonos a los deseos navideños, la gente común y corriente quisiéramos unirnos en un solo deseo LA PAZ; porque a fin de cuentas, el privilegio de estar vivos pierde sentido frente al temor de concluir nuestra existencia de manera anticipada, sin haber cumplido los anhelos que imaginamos, sin haber amado lo suficiente como resultado del rencor atorado permanente e inconsciente, que se nos inocula por la agresión de balas de múltiples calibres que, ni compramos, ni decidimos aceptar como obsequio, ni mucho menos usamos.

Lamentamos la gran pérdida mundial, de civiles palestinos, israelíes, africanos, asiáticos, americanos, hombre mujeres, ancianos o niños y todos esos inocentes alcanzados por una bala cuyos fabricantes deberían ser juzgados por crímenes de lesa humanidad

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[1] Dícese de cualquier operación de derribamiento o partido de árboles o mástiles.

[2] Bala de fusil, con incisiones en la punta prohibida por la convención de la Haya desde 1899.