¿Sucedió?

Que se vayan los ineptos y que vuelvan los corruptos (2)

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En la última colaboración comentamos brevemente los dislates en que incurrió el primer presidente panista: Vicente Fox, quien personificó a la alternancia política y creó una serie de expectativas en la población, que finalmente no pudo llevar a feliz término.

Hoy queremos asomarnos para atisbar algunas características sobresalientes del régimen del segundo (¿y último?) presidente panista: Felipe Calderón, que junto con otras circunstancias, propiciaron que el PRI recobrara la silla presidencial.

A los pocos días, no bien había tomado posesión de la primera magistratura, el flamante presidente, quien por mandato constitucional es el comandante supremo de las fuerzas armadas de nuestra nación, apareció flanqueado por militares del más alto rango; iba ataviado con una casaca militar, color verde olivo, que le quedaba visiblemente grande y con una gorra que portaba las estrellas que acreditaban su carácter de jefe supremo. A paso acelerado tomó los micrófonos y anunció al mundo entero que su gobierno entablaba, a partir de ese momento, una guerra frontal contra el narcotráfico en particular y el crimen organizado en general.

Posteriormente, cuando era evidente que las cuentas de su “guerra” no eran las esperadas, negó que jamás haya hablado de “guerra”, pues no se trataba de algo así, sin embargo las grabaciones existen y cualquiera que tenga acceso a ellas puede corroborar la seguridad y casi arrogancia con la que Felipe Calderón hizo aquellas célebres declaraciones.

A seis años de distancia, las diferentes agencias tanto gubernamentales como oficiosas, particulares y privadas, no se ponen de acuerdo en el número de muertos y desaparecidos que dicha muerte propició, van desde los 20 mil hasta los cien mil.

Fueron muchas las voces, desde la academia, la diplomacia, hasta la investigación y las especialidades en torno a las formas de controlar al crimen organizado que se han practicado con relativo éxito en países como Chile e Italia, por ejemplo, quienes insistían en que no era con el famoso law enforcement, es decir con la fuerza de la capacidad de fuego, como se iba a poder extirpar, o por lo menos minimizar, ese flagelo.

Muchos hacían alusión a la importancia de cortar el flujo de dinero a las organizaciones criminales, para evitar su operación, como se dice en las novelas policiacas: “sigue el camino del dinero y encontrarás la solución del ilícito”. Esto implica contender contra el crimen, básicamente, con inteligencia, que supone el localizar las empresas, sindicatos, políticos y otras organizaciones que sirven para que los delincuentes laven el dinero malhabido. Y eso fue precisamente lo que la ciudadanía no vio, todos extrañamos que el estado desenmascarara a las entidades que ayudaban y permitían la bonanza de estos negocios contra la salud, máxime cuando muchos ciudadanos saben dónde están, quiénes son y han verificado cómo de la noche a la mañana se han enriquecido de una forma descomunal y grosera, para decir lo menos.

Entonces, pues, una de las conductas que mucho perjudicaron la imagen del presidente fue su tozudez, adocenada a su incapacidad de trabajar y coordinar a colaboradores que, aunque competentes, no fueran incondicionales de su investidura presidencial. Otra vez, corroboramos que una gran oportunidad de uno de nuestros líderes de convertirse en un verdadero estadista, se frustró.