Candil de la Calle

Elbazo

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Un político divide la humanidad en dos clases:los instrumentos y los enemigos.

Friedrich Nietzsche

«La Maestra» (Foto: Especial)

Jesús Murillo Karam, uno de los hombres fuertes del sistema priísta reinstaurado, comenzó su conferencia de prensa del martes por la tarde detallando cómo, desde diciembre del año pasado, la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público había “detectado” una operación “inusual” por nada menos que dos mil 600 millones de pesos, hecha por una mujer llamada Nora Guadalupe Ugarte Ramírez.

Los recursos, de acuerdo con el seguimiento que así dio a conocer Murillo Karam desde la Procuraduría General de la República, procedían de cuentas del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el SNTE.

El entramado estaba armado, listo y operando.

Para ese momento, con Murillo Karam ante la prensa, la metapoderosa lideresa del sindicato magisterial más grande de América Latina —como suele citarse con frecuencia— Elba Esther Gordillo Morales, ya había sido detenida.

Sí. Elba Esther Gordillo, detenida por la PGR.

La acusación que Murillo Karam fue desgranando, a su modo, fue una, contundente, al parecer suficiente: desvío de recursos por más de dos mil millones de pesos del SNTE.

Aunque los movimientos fueron efectuados por personal que no estaba autorizado para manejar la cuentas del sindicato, y que utilizaron cuentas personales y efectuaron transferencias a su vez a las cuentas de una supuesta empresa inmobiliaria en la que participaban ellos mismos, la destinataria principal de los pagos efectuados era Elba Esther Gordillo.

Su tarjeta de crédito; sus cuentas en Neiman Marcus, la lujosa cadena departamental estadunidense; la supuesta empresa con cuenta en Suiza de la cual era accionista mayoritaria su madre (fallecida); sus casas (dos en la Isla Coronado, en San Diego); salarios de pilotos, renta de hangares y el avión en el que viaja… y cirugías, varias cirugías plásticas en hospitales de EE.UU.

En el lapso “investigado” (¿investigación, revancha, espionaje, rendición de cuentas?) entre 2009 y 2012, la lideresa magisterial había reportado ingresos por un millón cien mil pesos, de risa en comparación con la abundancia provista a través de las cuentas a donde van a parar las cuotas sindicales que les son descontadas, de cajón, a los maestros del SNTE.

“Quinazo”, comenzaron a citar las redes sociales, reprodujeron los analistas de lo inmediato, encabezaron los portales de internet. Me pregunto si las oficinas seccionales del SNTE en todo el país se vaciarán; si los sindicalizados saldrán a ocupar las calles para reclamar la liberación de Gordillo; si la convertirán en una mártir de la revancha política, el “ojo por ojo” de aquellos desplantes que desde la Cámara le hizo al ahora Secretario de Educación Emilio Chuayffet… o si habrá operación avestruz y quema de archivos, por ejemplo.

En Proceso, el reportero Antonio Jáquez (al que recordaremos siempre porque fue quien bautizó a Raúl Salinas de Gortari como “el hermano incómodo” para la posteridad periodística) retrató la vida de lujos de la Gordillo en sendos reportajes; sus casas en Estados Unidos, sus viajes.

Años después, José Gil Olmos la incluyó en su libro Los brujos del poder, en el cual reseñó las aficiones intensas, obsesivas, de la lideresa del SNTE, por la hechicería, mismas que la llevaron a buscar a los brujos africanos y a protagonizar rituales inauditos, excesivos.

Amuletos fallidos cuando el PRI hace sentir el placer de la venganza, su fuerza recuperada… o cuando arma el tinglado de una nueva escenografía que podría servir para ocultar algo peor, o consumar la simulación, como también sugieren algunos ya desde ahorita.

Hoy, la sonrisa la tiene Emilio Chuayffet. Eso que ni qué.