Francisco de Quevedo y Villegas Nace el 17 de septiembre de 1580 en Madrid, estudió en el colegio Imperial de la compañía de Jesús y posteriormente en la Universidad de Alcalá. Alrededor de 1602, comienza a ser conocido por sus creaciones poéticas.

En el año de 1606, en su natal Madrid, en su búsqueda de la fortuna, encuentra la protección del Duque de Osuna; es por él, que Quevedo se traslada a Italia en 1613.

En 1620, la desgracia del Duque de Osuna arrastra a Quevedo al destierro y es hasta el advenimiento de Felipe IV a la corona, que éste le levanta el destierro.

En 1634 contrae matrimonio con la viuda Esperanza de Mendoza, pero a causa de su misoginia, se separa de ella a los pocos meses.

En diciembre de 1639 es llevado preso al convento de San Marcos de León, donde permanece 5 años, esto a causa de que se le acusaba de haber colocado un poema satírico en los pliegues de la servilleta del rey, además de ser confidente de Francia.

En 1643 es liberado y dos años después, el día8 de septiembre de 1645 muere.

Una de sus obras principales, Poemas metafísicos, Es una serie constituida por doce poemas, cuyos motivos más sobresalientes son:

* La conciencia de desengaño.

* Escepticismo ante los pasados ideales y valores del Renacimiento.

* Severa actitud moralizante.

* Percepción de la proximidad de la muerte y caducidad de todo lo humano.

Quevedo concibe que la muerte, aunque desde una perspectiva desgarradora y pesimista, conserva la seriedad estoica. Además de contemplarla como un elemento deseable y digno de agradecimiento.

Para él, el cuerpo simboliza la cárcel del alma; visión trascendente que intenta evitar la desesperación por medio de lo sobrenatural, pues el alma es aquello que perdura más allá de la muerte.

La paradoja de este tipo de  poesía metafísica consiste en lograr la mezcla correcta entre pasión y raciocinio; en ella, el pensamiento se convierte en una experiencia que modifica la sensibilidad.

 Su Objetivo es hallar equivalencias verbales para explicar estado de ánimo y sentimientos.

Estilísticamente, los poemas metafísicos presentan una variante del conceptismo, el llamado concepto metafísico; es el que sus elementos permanecen en un todo sólidamente integrado aún a pesar de presentar a simple vista, más diferencias que semejanzas.

En este tipo de concepto, se violentan no sólo categorías científicas sino también de asociación.

Las relaciones percibidas son frecuentemente lógicas y no sensibles o emocionales. Conecta lo abstracto con lo concreto, lo remoto con lo cercano, lo sublime con lo trivial, etc.

En muchas ocasiones los poemas metafísicos no pueden ser entendidos sin la aprehensión previa del concepto en cuestión.

Esta forma de escritura es bastante vanguardista para la época en la que fue escrita, lo que implica un gran esfuerzo, un derroche muy considerable de creatividad y un ingenio único que destaca a Quevedo de entre todos los poetas.

Por estas y varias razones más, adentrarnos en los poemas metafísicos de Quevedo es una oportunidad de enfrentarnos a otra cara de la percepción de la vida.