Candil de la Calle

El Comandante Chávez

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Me anuncian la muerte de uno cuya presencia

no me entusiasmaba y pienso: yo no pedía tanto.

Sacha Guitry

Hugo Chávez (1954-2013) (Foto: Especial)

De pronto, en CNN apareció un enlace en vivo del vicepresidente de Venezuela —Maduro—, y alguien a través de Facebook advirtió: anuncio importante.

Muchos minutos después de una larga perorata para elogiar la figura del comandante —presidente que ya no alcanzó a asumir el mandato que había ganado en las últimas elecciones— y para informar que se le daban 24 horas a un alto funcionario de la Embajada Estadunidense para abandonar Venezuela, el rostro y la voz de Maduro se quebraron. Pasaban de las cinco de la tarde y el comandante Hugo Chávez había muerto.

Su discurso bolivariano, por la unión de las Américas; su eterna pugna con los gobiernos de Estados Unidos; sus largos discursos en apariciones públicas y a través de su programa, sazonados con música popular, refranes y el humor ácido del presidente; sus intercambios verbales en distintos foros internacionales con otros mandatarios con quienes mantenía desavenencias; la vida de lujo que sus hijas ventilaron a través de las redes sociales; sus desplantes autoritarios con los medios de comunicación críticos y con los opositores a los que buscó aplastar por todos los medios… luces y sombras de un personaje que, como describe CNN, trascendió a su país y se convirtió en una figura internacional por ésas y muchas otras razones.

Para México, el sello distintivo de su paso por la relación bilateral lo pusieron los frecuentes roces que surgieron con Vicente Fox a su paso por Los Pinos, primeriza y desastrosa la política internacional que dejó secuelas con Venezuela y Cuba, a las que se sumó Francia con Felipe Calderón y el caso Cassez.

En el 2001, Hugo Chávez y Fox se encontraron en la reunión del Grupo de los Tres, con Andrés Pastrana. No sé si fue desde ese momento cuando surgió la antipatía del presidente del cambio (de partido, nada más) mexicano hacia su homólogo venezolano. Chávez, en cambio, sonreía ampliamente y anunciaba que tenía muchas ganas de viajar pronto a México para ir a honrar la tumba de Pancho Villa. “Para mí ese es un líder”, dijo entonces.

Unos cuantos meses después, ese mismo año, Chávez aterrizó en León, al final de una gira por Europa, y quiso ver a Fox y quedarse en el rancho de San Cristóbal, donde meses antes éste había recibido con todos los honores a George W. Bush. Pero Fox lo desairó.

Cuatro años después (a fines del 2005) luego de la participación en la Cumbre de Mar de Plata, soltó Hugo Chávez las lapidarias frases que derivarían en el retiro mutuo de los embajadores de los dos países:

“Da tristeza el entreguismo del presidente Fox”.

“Qué triste que el presidente de un pueblo digno como el pueblo mexicano se preste a ser un cachorro del imperio”.

En los años posteriores, cada que ha tenido oportunidad, Vicente Fox ha llamado a Chávez dictador, populista, violador de derechos humanos, y hasta narcotraficante y solapador de las FARC colombianas.

El peor insulto, en el nivel intelectual y político del ex presidente panista, ha sido comparar a Chávez con Andrés Manuel López Obrador.

O viceversa.

El tiempo, sus hechos y obras, le darán la razón a uno y le llevarán la contraria al otro.

Muchos ya han sacado su propia conclusión.