Cuando escuchamos el nombre de Oscar Wilde, sabemos que se está evocando a uno de los más reconocidos escritores a nivel mundial y de todos los tiempos.
Quizá nuestro referente inmediato sobre este prestigiado artista sea por supuesto la que quizá es su más grande obra literaria, El retrato de Dorian Gray, pieza con la que Wilde alcanzó la gloria pero por la que también fue severamente condenado por la sociedad debido a la apertura y naturalidad con la que trata el tema y motivo central de la novela: la vanidad.
Dicha pieza es la única de este género que Wilde escribió, sin embargo su obra es bastante extensa en lo que respecta a cuentos, ensayos, obras de teatro e incluso poemas.
Aunque muchas veces tendemos a dejarnos llevar por la fama y el prestigio de una obra en especial, no debemos olvidarnos de que sin lugar a dudas, la mayoría de los escritores no se reducen al encumbramiento de una sola pieza, sino que tienen una gama extensa de posibilidades que nos ofrecen a sus lectores; en nuestra perspectiva de espectadores del arte literario, muchas veces nos dejamos llevar por el éxito comercial de alguna producción literaria específica y ceñimos al autor a esa única manifestación de su creatividad.
Muchas obras de Oscar Wilde, sino es que su totalidad, son representaciones explícitas de su ingenio y habilidad para la escritura, principalmente si vemos la diversidad de géneros que fue capaz de experimentar, y posteriormente si nos involucramos a leer otras de sus piezas, nos daremos cuenta de que Wilde no fue sólo un novelista relámpago que salió de la nada, sino que también fue un gran esteta, preocupado por cuestiones muy trascendentes que influyeron de manera directa en la teoría estética que hasta ahora manejamos.
Wilde es originario del Reino Unido, más concretamente de Dublín, Irlanda, sus primeros estudios literarios los realizó en el Trinity College de su ciudad natal, donde por un destacado trabajo sobre los poetas griegos gana la medalla Berkeley.
Sus primeras publicaciones fueron en el ámbito de la poesía, en revistas editadas en dicho colegio, para posteriormente ir reforzando la creación de su estilo propio y encausarse enteramente, entregando su vida a la escritura.
Su primera colección narrativa se tituló El príncipe feliz y otros cuentos, cuyo cuento principal es bastante famoso por sí mismo y tendemos muchas veces a desligarlo de la autoría de Wilde; esto debido a que se ha convertido en un clásico.
Al terminar sus estudios en el Trinity College, fue becado en el Magdalen College de Oxford, donde con su poema Ravenna, pudo ganar el Oxford Newdigate Prize.
En cuanto a la influencia estética que constantemente permea toda su obra, se debe a los escritores John Ruskin y Walter Pater, quienes en sus manifiestos de estética abogan por considerar a al arte como parte central de la vida misma.
Este movimiento se denominó Esteticismo y Wilde fue uno de sus más significativos representantes en Gran Bretaña.
La decadencia de Wilde vino cuando el año de 1895, en el momento más encumbrado de su carrera, se involucró en un escándalo que no sólo lo puso en problemas legales, sino que además lo separó de su esposa e hijos y lo condenó a dos años de trabajos forzados.
Dicho escándalo se debió a que fue acusado de tener una relación homosexual con su mejor amigo, lord Alfred Douglas; el padre de este último fue quien hizo la acusación y comenzó un proceso contra el escritor, aunque Wilde contrademandó a su acusador, el marqués de Queensberry, por injurias y calumnias, éste fue encarcelado y salió libre poco tiempo después, mientras que Wilde tuvo que enfrentarse a un segundo juicio que fue el que lo condenó definitivamente durante dos años.
La vida de Wilde en la cárcel, no coartó de ninguna forma su ingenio creativo, pues fue ahí donde escribió el hermoso poema La balada de la cárcel de Reading.
Cuando Wilde salió de la cárcel retomó su relación con Alfred Douglas, lo que provocó indignación en las familias de ambos, tanta que de hecho Wilde no volvió a ver jamás a su esposa ni a sus hijos, quienes para evitar la vergüenza tomaron la medida extrema de cambiarse el apellido y desligarse completamente de toda relación con Wilde.
A pesar de los escándalos, señalamientos y censuras, actualmente podemos apreciar que Oscar Wilde, además de haber sido un prolífico escritor, fue también un verdadero productor de arte literario, pues sus escritos muestran una creatividad inigualable y un estilo elegantísimo que hace que la lectura de sus obras, sean del género que sean, se convierta en un verdadero deleite para los ojos y la mente del lector.