Candil de la Calle

Amenazas

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Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala.

Albert Camus

La razón del miedo es una sola: la impunidad.

Que sea el poder —el gobierno en turno, del partido que sea— el que amenaza, el que persigue, el que pretende silenciar, multiplica la impunidad, los riesgos, la injusticia, la censura. El miedo.

La Universidad Santa Fe prepara un concierto-homenaje a los periodistas asesinados en México. El evento tendrá lugar el jueves 25 en la Plaza Allende de la capital del estado.

La iniciativa es abonada por los alumnos de la carrera de Comunicación. El visto bueno, el respaldo de las autoridades de esta universidad, se agradece y contribuye a hacer visible un panorama que para nosotros, los periodistas, se ensombrece y se oscurece en lugar de que podamos ver la luz al final del túnel.

Jóvenes rockeros, autoridades de la Universidad Santa Fe, periodistas, trovadores, participarán en este homenaje que quiere ser, una vez más, un llamado al cese al fuego, un memorial para aquellos comunicadores, periodistas, fotógrafos, camarógrafos, conductores, que han sido asesinados en el contexto del ejercicio de esta profesión.

Ya basta, ni uno más, ni una más, nos queremos vivos.

Siguen asesinando periodistas. Continúan las amenazas. Permanecen los riesgos. Los ataques a medios no cesan.

Por supuesto, los responsables de estos ataques, amenazas, asesinatos, saben perfectamente que el mensaje de la impunidad intimida, silencia, y convierte al mensajero en el portador del sino trágico, en perjuicio de su derecho a informar y del derecho de la sociedad a saber.

En este contexto, apenas el lunes Alonso de la Colina, ex conductor del noticiero Hechos de Guerrero, fue asesinado en Puebla, a la salida de un banco. Alonso había viajado a esa ciudad tras haber recibido amenazas en Guerrero.

Hoy las amenazas vuelven contra el semanario Proceso, que ha hecho públicos informes sobre riesgos de una privación ilegal de la libertad del compañero reportero Jorge Carrasco Araizaga, quien se ha encargado de la cobertura periodística y la coadyuvancia en las investigaciones ministeriales del homicidio de la corresponsal en Veracruz, Regina Martínez, cometido el 28 de abril del 2012, hace casi un año.

De estas amenazas —traducidas según los informes en movilización de personas al Distrito Federal y a otros estados para preparar un ataque— han sido notificados el gobernador veracruzano Javier Duarte, pero también el Procurador General de la República Jesús Murillo Karam, el Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong y el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos Raúl Plascencia Villanueva.

Esta es la parte medular de la postura del semanario:

“Proceso responsabiliza al gobierno del estado de Veracruz de cualquier agresión que pudieran sufrir a partir de estos hechos Jorge Carrasco Araizaga y su familia, el actual corresponsal de la revista en la entidad, Noé Zavaleta, y todo el personal que colabora con este semanario en todo el país”.

En el contexto de este país donde se asesina impunemente —a los periodistas, entre otros muchos ciudadanos—  ¿quién puede ignorar una amenaza semejante?

Ya basta.