Candil de la Calle

El defecto Fox

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Sé loco cuando la ocasión te lo reclame.

Catón

Vicente Fox, ex presidente de México (Foto: Archivo)

Es oficial: con el respaldo del presidente municipal —de filiación panista— Luis Ugarchetea, el Honorable Ayuntamiento de la capital de Oaxaca declaró persona non grata al ex presidente Vicente Fox Quesada.

Así, en Oaxaca el propósito de tener presente a Vicente Fox en el Cabildo no tuvo nada qué ver con ponerle su nombre a una calle, o a un fraccionamiento, o a alguna plaza, sino declararlo, dicho en otros términos, indeseable y no bienvenido a esta ciudad.

Con qué facilidad el producto Fox se convierte, una y otra vez, en una marca vendible.

Como la Coca-Cola, puede ser visto como la chispa de la vida… o como el veneno que ha contribuido a colocar a los mexicanos como los ostentadores del récord mundial de obesidad.

Fox ha sabido capitalizar “su locura” casi siempre. Con distintas motivaciones, por supuesto, porque a veces obedece a sus propósitos directos: quería ser candidato a Gobernador, luego candidato a la Presidencia de la República, adalid de la democracia supuestamente bajo el espíritu del panismo, “abriendo surco y brecha”, primero; posteriormente, sacando a las tepocatas y víboras prietas de Los Pinos.

En otras ocasiones, como ocurrió muchas veces en su desempeño del poder, su incapacidad para enfrentar el escándalo por su situación sentimental con su vocera Marta Sahagún, para sortear con inteligencia un liderazgo como el que encarnó en su momento Andrés Manuel López Obrador, o para encarar a su amigo el entonces presidente estadunidense George W. Bush para decirle que no estaría a favor de respaldarlo en la invasión a Irak fue disfrazada de enfermedades (físicas o mentales) o desdibujada bajo la megalómana versión de una vocera-esposa-precandidata.

Cuántas veces y de cuántas formas fue Marta Sahagún la vocera incómoda, y luego la esposa ambiciosa, oportunista, alimentando la voracidad de sus hijos, particularmente del mayor, mientras Fox hacía a la perfección el papel del esposo entoloachado, enamorado y cuasi mandilón.

¿Cuánto de todo ello fue verdad, y cuánto mentira?

El tiempo nos dice que las ambiciones de Fox no sólo fueron de democracia. También de poder, también de dinero, también de relaciones con los dueños del poder económico, también de favores, pleitesías y prebendas. También de negocios.

Y el Centro Fox, edificado sobre el cobro de regalías por los favores brindados a tanto poderoso, es el vil ejemplo de ello.

En su última escaramuza, la del Simposio México-EU sobre la legalización y el uso médico de la cannabis o mariguana, Fox mostró, una vez más, de qué está hecho:

No de frases célebres, como se lo achacó a Juárez, sino de ocurrencias febriles que le funcionaron para el divertimento colectivo… que a estas alturas ya conoce la esencia vacía, escasa, ramplona en su ambición, del personaje y de los cercanos que le rodean.

La semana pasada, Fox fue el rey de las burlas en las redes sociales por sus descalificaciones de la figura, vida y obra de Benito Juárez, así como por su decisión de enarbolar la bandera de la legalización de la mariguana como una forma, dice él, de acabar con tanta violencia y tanta muerte de miles de jóvenes, que tanto le duelen.

En su simposio, en cambio, reinó el fracaso, la ausencia de nombres, de asistentes, de observadores representativos del debate que sirvió de pretexto, una vez más, para desenmascarar el verdadero propósito del ex presidente del voto útil y su amigo el empresario estadunidense Jamen Shively: conseguir la legalización del consumo de mariguana para fines médicos y terapéuticos en México y, entonces, instalar expendios autorizados para su venta.

Flaco favor le hace Fox a un debate que debería ser tomado con toda seriedad en nuestro país —debido al avance de la legalización, que es un hecho, en varios estados de la Unión Americana, principal consumidor mundial—.

Pero con Fox, como ocurrió con su sexenio en Los Pinos, de este debate sólo quedó en un mal chiste.