Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

La aldea global

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(Foto: Especial)

Hechos como el que involucra la destrucción en Venezuela de una nave con matrícula, mexicana, pasando por intervenciones en países diversos —Afganistán, Irak, Libia—, el “castigo” a gobernantes que han dejado de ser cómodos para quienes ostentan el poder del planeta —Sadam, Hosni Mubarak, Gadafi— y revelaciones de individuos inconformes — Edward J. Snowden, Julián Assange, Igor Sutyagin— con abusos de agencias  internacionales —en franca violación a las prerrogativas fundamentales del hombre— obligan a reflexionar acerca de los cambios que se han dado en materia de derecho internacional.

En su concepción tradicional, esta disciplina respondía a los intereses de Estados soberanos, que apenas se vinculaban internacionalmente en comisiones de aguas, fronteras, regulatorias de un incipiente intercambio, más de tipo administrativo, para asuntos predeterminados y de interés de las partes. Los detalles se plantearon en Viena en 1815, pudiéndose destacar una conferencia internacional en La Haya en 1899 con solo 26 estados participantes[1].

Nadie podía imaginar en las vísperas de la primera guerra, una humanidad como la que se fue gestando en materia de relaciones internacionales después de la segunda conflagración mundial. La Sociedad de las Naciones partió del supuesto de un proceso modernizador que, para 1945, ya había sido rebasado. El orden Internacional introducido por la ONU, con el reconocimiento del avance tecnológico y la definición de los derechos humanos, dejó atrás el derecho internacional tradicional y dio paso a un mundo contemporáneo, contenido en los discursos expresados por Boutros Boutros-Ghali[2] ante diversos públicos y de manera muy significativa el dicho a los miembros de las ONG en el último año de su gestión. Más que defender la soberanía, en pleno siglo XXI el énfasis está en la cooperación internacional, de ahí la sorpresa que ha producido no solo los hechos sino el discurso del presidente de Venezuela que en tono amenazante asegura que cualquier pillo será abatido si osa violar sus leyes y territorio, entendiendo su espacio aéreo al más puro estilo del derecho internacional clásico.

En una realidad mundial que pondera el regionalismo por sobre la centralidad de los Estados, cuyo debilitamiento ha obligado a muchos a someterse a una realidad transnacional, en la cual empresas legítimas e ilegítimas ostentan más poder y relevancia que los gobiernos locales o los organismos internacionales ¿Quién y cómo se controlan sectores sociales creadores de empleo y sobre todo de riqueza como es el caso del tráfico de drogas, personas y armas?

En México por ejemplo se han dado cambios drásticos sobre el supuesto de la fatal incapacidad de ciudadanos nacionales para manejar con eficacia las aduanas y los puertos ¿Qué pasó para llegar al punto de dar marcha atrás y prácticamente requisar Lázaro Cárdenas? ¿Se puede considerar a Michoacán y otros estados de la república mexicana como el mejor ejemplo de la ineficacia de los programas internacionales[3] en materia de seguridad? ¿Qué legitima jurídicamente el actuar de entidades privadas dispuestas a imponer sus reglas y actuación en función de sus propios intereses? ¿Bastará la suscripción de tratados internacionales para llevar satisfactores básicos a una población crecientemente pobre, enferma y explotada? Las respuestas están siendo planteadas por infinidad de especialistas, pues el mundo contemporáneo parece estar caracterizado por la incertidumbre.

Si bien el propósito fundamental de la ONU al tiempo de su fundación fue el evitar la guerra, lo cierto es que la ausencia de paz al interior de las naciones ha sido el pan de cada día; lo cual parece explicar la sensación de ingobernabilidad, en una aldea cuya aspiración es la globalidad, frente a una realidad creciente  de fragmentación social, en todos los estratos de las naciones. ¿Quién defiende a las víctimas de ineficacia en el manejo del equipaje en los aviones? ¿Es solo ineficacia o estamos ante casos de corrupción y complicidad de entidades privadas y públicas de la actividad aérea? En el tema del tráfico de droga, además de los sujetos visibles —burreros, empleados en las bandas de los aviones, etc.— de este actuar en funciones de intereses particulares, ¿sabremos de algún empresario castigado en este nuevo sistema internacional? Ante la creciente importancia de los factores económicos, científico-técnicos y culturales ¿Podrán los sistemas judiciales de los estados limitar la actuación de entes con capacidad de pagar ejércitos de abogados, y a cambio defender los derechos mayoritarios reconocidos por el moderno derecho internacional? ¿Pasarán del discurso y las cartas de buenas intenciones los conceptos que han revalorizado lo humano y lo humanitario? ¿De verdad existe la igualdad y la libre determinación de los pueblos? ¿Nos estamos encaminando al establecimiento de un orden internacional que pondere un gobierno supra-estatal?

Frente a este mundo cada vez más inestable e imprevisible, donde nadie se escapa de una compleja noción de inseguridad, parece inminente revisar la pertinencia de volver o cuando menos rescatar, lo que por siglos permitió ciertos niveles de convivencia que al parecer se han perdido en los últimos 60 años.

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[1] La Segunda Conferencia, en 1907 recibió a 44 estados (veintiún europeos de entonces; cuatro asiáticos: China, Japón, Persia y Siam; y diecinueve de los veintiún americanos de principios del siglo pasado).

[2] Político y diplomático egipcio. Secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entre 1992 y 1996, convirtiéndose en el primer africano y en el primer árabe en asumir dicha responsabilidad.

[3] Habría que analizar los “beneficios” de planes como le Puebla Panamá, y los compromisos asumidos por algunas autoridades —con la complacencia de medios de comunicación encargados de su propaganda— solo por ser receptor de aviones, helicópteros, armas e incluso policías extranjeros,  cuyo uso y desempeño no es muy transparente.