Literaria

Negativas bondades del sarcasmo: construcción retórica y artística del hablar

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(Foto: Especial)

El sarcasmo es una manera de hablar que se caracteriza por estar dotada de ironía y mordacidad; es reconocido como una figura retórica, pues para expresarlo de forma adecuada es necesario el uso de la inteligencia y la creatividad.

No todos puede ser sarcásticos y quienes lo son no tienen la certeza de ser comprendidos por todos sus interlocutores, pues el sarcasmo goza de tanta seriedad al ser expresado que muchas veces suena elegante, inteligente y sincero.

El sarcasmo tiene la infinita bondad de ser un medio de expresión de un desagrado, inconformidad o protesta expresando en palabras justo lo contrario; sin embargo lo que hace al sarcasmo digno de llamarse tal es sin duda el sarcástico, es decir el poseedor de una actitud necesaria para que el sarcasmo como manera de expresión sea posible.

El sarcasmo es ante todo una actitud, misma que es necesario saber manejar en contextos y situaciones diversas pues no es prudente utilizarla todo el tiempo, salvo que la situación lo permita, se esté en un ambiente digno de confianza o se quiera sobresalir y hacerse notar por el uso del mismo.

El sarcasmo también es útil para manifestar burla hacia algo o alguien sin que se percate de lo que se le está diciendo, puesto que al expresar lo contrario a lo que se está pensando y manteniendo una actitud sarcástica moderada puede lograrse.

El sarcasmo es parte de nuestra vida diaria y siempre está presente en donde más se necesita, permite expresar una opinión de una forma indirecta lo suficientemente directa para desahogarse pero lo suficientemente indirecta para despistar que se está inconforme; siempre y cuando se sepa manejar.

Este recurso retórico es la mezcla perfecta entre la sátira social que se caracteriza por la exageración y la mordacidad directa que tiene como rasgo principal el ser hiriente; de este modo si el sarcasmo se domina el ser humano es capaz de expresarse sin ofender, de criticar sin herir y de desahogarse sin meterse en problemas.

Como todo recurso retórico, el sarcasmo es una herramienta más del lenguaje y debe usarse con moderación, estilo y sapiencia, pues si esto se vuelve una recurrencia imperante en el hablar de un solo individuo puede tener consecuencias ante otros quienes puedan detectarlo fácilmente y sentirse ofendidos.

Sin embargo no podemos negar que se trata de un aliado excelente cuando de expresar una emoción se trata; el punto indispensable será aprender a manejarlo con medida e inteligencia y así su uso pueda resultar divertido, crítico y sano.