Candil de la Calle

Un Escudo agujerado

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La corrupción lleva infinitos disfraces.

Frank Herbert

Auditoría del Proyecto Escudo (Foto: Archivo)

A fines de enero del 2013, cuando las fanfarrias gubernamentales resonaban para ofrecernos la panacea a todos los problemas de inseguridad, policías insuficientes o corruptos, robos de automóviles y etcétera con el denominado Proyecto Escudo, el secretario de Gobierno Antonio Salvador García González fue enviado por el gobernador Miguel Márquez al Congreso para 0.proponer, muy formalmente, que los diputados ordenaran la práctica de una auditoría para que no hubiera lugar a dudas de que todo en la presupuestación, asignación y contratación de este proyecto corría sobre las ruedas de la transparencia, esa etérea y frágil musa del discurso oficial que cada vez se vuelve más escurridiza y mañosa.

Las instrucciones que llevaba el secretario Antonio Salvador (difícilmente alguien pensará que acudía por iniciativa propia al Palacio Legislativo, su prestancia para atender los asuntos que corresponden a su encomienda no es la característica que lo distingue) eran entregar un oficio para que el Órgano Superior de Fiscalización efectuara la auditoría “preventiva” al Proyecto Escudo.

“Es sano para todos los actores, toda la ciudadanía que se audite el proyecto… si hay alguna inquietud de ciudadanos ahí se despejará, con esto se cierran las inquietudes”, declaró en ese entonces el titular de la Secretaría de Gobierno.

Sus proféticas palabras no resonaron con tanta fuerza en el Palacio Legislativo. El Órgano Superior de Fiscalización recibió la encomienda, inició la revisión, la terminó y a fines del año pasado, ésta pasó así como la transparencia, escurridiza, volátil, entre los montones de papeles que los diputados tuvieron en sus manos por esas fechas: paquete presupuestal, las cuentas parchadas del ex gobernador Juan Manuel Oliva para aprobarlas ipso facto, entre otros.

Con esas mismas prisas, en la sesión en que se abordó el tema de la auditoría nada se dijo sobre su contenido; no se entregó todo el informe a todos los diputados, y al parecer varios de los integrantes de la propia bancada del PAN tampoco conocieron los detalles del documento. Con todo y eso, lo aprobaron por mayoría, con los votos en contra del PRI.

Fue necesario que pasaran meses para develar los secretos bien guardados, que ya no lo son tanto: efectivamente, si algo hay que decir sobre la polémica asignación del contrato para el Proyecto Escudo (que se signó en los últimos días de diciembre, se informó mediante un comunicado, se reservaron datos con el argumento consabido de que se trata de un asunto de seguridad) es que su arranque no fue tan limpio, ni tan correcto, como se esperaba.

Escudo, este proyecto cuya médula es la introducción de tecnología de altos estándares para la vigilancia y seguridad del territorio guanajuatense mediante cámaras, arcos carreteros, detectores, radiocomunicación avanzada, centros de control municipales, coordinación estatal efectiva, fue asignado de manera directa con la firma del Secretario de Finanzas del estado mediante un contrato plurianual a una sola empresa, Seguritech, la cual recibirá ministraciones hasta sumar casi 2 mil 728 millones de pesos.

Nada menos.

Sorprende que los propios legisladores hayan pasado por alto, hayan obviado, hayan ignorado sus propias facultades o atribuciones, o intenten fingir demencia con tan pobres resultados, ante el hecho de que una de las anomalías detectadas por el Órgano de Fiscalización Superior es que este contrato plurianual sólo lo podía haber otorgado el Ejecutivo… con la autorización o el permiso del Congreso.

Otras pifias consecutivas: no están establecidos los precios unitarios de las adquisiciones que forman parte del proyecto; las cláusula de la garantía no son claras… una carencia elemental: el responsable de signar el contrato, el Secretario de Seguridad Pública del estado Álvar Cabeza de Vaca, no demostró que Seguritech presentó la mejor oferta en las mejores condiciones, para ser aceptada casi de inmediato.

No, no son minucias, aunque la Secretaría de la Transparencia parece tratarlas como tales. Son la respuesta a “las inquietudes ciudadanas” de las que habló el Secretario de Gobierno, serias inquietudes y más graves las respuestas. Una prueba de que las sombras del Guanajuato Honesto no están cayendo sobre lado ciudadano.

Ni siquiera por el dedo que intenta tapar el sol.