Las cosas como son

Efectos de la vinculación

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La vinculación es un hecho por demás relevante en las relaciones. Sorprende a muchos porque no esperan saberse tan involucrados en muchos de sus haceres; es más esperaban que algunos de sus actos no tuviesen consecuencias. Digamos pues, de entrada, que están vinculados aquellos entre quienes hay lazos de consanguinidad. Los hijos de este modo están vinculados a los padres, por el hecho de haberlos procreado. Es la más profunda de las vinculaciones, en la que no se le pide parecer al vástago. Luego está la sexualidad, a través de la cual se establece una vinculación casi indisoluble entre las personas. Esto es así porque la relación sexual es el camino por medio del cual se pasa la vida a un descendiente. Por lo tanto su acontecimiento no es inocente. Por ende, generan vinculación entre sí las personas que deciden asumir la paternidad, así como las que solo se entregan al placer carnal.

En el caso de que no se llegue a la vida conyugal, el hombre y la mujer quedan vinculados entre sí, lo cual implica que no siempre, a raíz del hecho descrito, les es permitido establecer una nueva relación, o una relación duradera posterior, esto dicho además de que el yacimiento del afecto se ve disminuido. Vistas así las cosas queda por señalar que no existe la posibilidad de cortar con esa vinculación, como si pudiera usarse una espada y de un tajo separar lo indeseable. La sola excepción viable es el reconocimiento de lo vivido y el acomodo ordenado de todo ello en nuestro interior conforme fue presentándose en nuestra vida. Pero existen otras formas de generar vinculación.

La hay por ejemplo en aquellos que firman una escritura y no participan del negocio. Estos firmantes pasan a ser personas usadas, es cierto, para cumplir un requisito, pero su participación es por eso de envergadura mucho mayor, ya que gracias a esa presencia y firma hay quienes conquistan una oportunidad, fraguan un patrimonio o conocen el éxito. Por lo tanto, los firmantes son partícipes del destino de quienes fundan una empresa, una organización o un negocio y merecen ser reconocidas y también retribuidas.

Una vinculación parecida se origina cuando una persona delega en otra la responsabilidad de cuidar o hacer prosperar un negocito. Cuando alguien dirige sin ser el propietario, y permite a este dedicarse a otras cosas, relacionadas o no con ese negocio, le acrecienta el capital y le otorga ventajas a costa de su propio éxito. ¿Por qué se le delega ese cuidado? Obviamente, porque se le perciben cualidades inherentes a la encomienda. Mirado con más atención, esa persona podría estar ocupándose de lo propio y sin embargo favorece al desenvolvimiento de otro. Puede esgrimirse cualquier argumento al respecto, pero eso no cambia el hecho de que alguien gana a costa de que otro pierda.

Asimismo, hay vinculación en las promesas explicitadas. Allí están los novios que se juran amor perdurable, los que realizan trámites y se ocupan de los preparativos, aunque acaben por no quedarse juntos. Una parte de su ser ha sido ocupada por ese anhelo, y en consecuencia quedan ligados a esa persona por el tramo avanzado para modificar de una vez y para siempre su vida. De ahí que en ocasiones no logren consumar el proyecto o no consigan establecer un vínculo sólido con otro amor. Una cosa semejante sucede en quienes tratan de hacerse socios, verifican el proyecto, lo ponen en marcha así sea en su parte de planeación, se allegan información, allanan requisitos, y finalmente no hacen realidad el proyecto.

Algo pasa interiormente que impide a uno o a varios de los involucrados consumar la integración en algún proceso similar que en su vida futura, mediata o inmediata, se presente. Es que la vinculación es una cuestión demasiado seria que reiteradamente se toma a la ligera. Su magnitud es intensa, y sus efectos no conocen la limitante del tiempo ni del espacio. En no pocas personas adquiere la forma de un compromiso ineludible, acerca del cual la única manera de superarlo es mirándolo con atención y pedirle libere a quien se involucró y también liberarlo. Si bien pudieron no consumarse, son concreciones que ganaron un espacio en el universo y requieren reconocimiento, incluso compensación, para permitir que las aguas de la vida sigan su curso, no como si nada, sí con la experiencia adquirida. La vinculación, entonces, nos fuerza a mirar con atención aquellos asuntos en que nos involucramos, a fin de llevarlos a buen puerto o de dejarlos archivados, con la dignidad correspondiente, dejándonos dispuestos para lo que sigue.