Candil de la Calle

Las mujeres del gabinete

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(Foto: Especial)

El extinto Instituto Municipal de la Mujer de la capital del estado, convertido en Dirección General dizque para darle fortaleza, va para su tercera titular a la mitad del trienio de Luis Fernando Gutiérrez, tras las salidas de Iovana Rocha Cano y de Alba Carolina Jasso.

La directora de Desarrollo Social, Alejandra Caballero, “se va, se va, se fue” del cargo, bajo la cómoda figura de una presunta renuncia, y entra un interino como emergente en una de las áreas clave de la administración.

De ésas que se vuelven clave en los próximos tiempos electorales, pues así suele ser vista (y aprovechada) por los funcionarios en turno.

La regidora Guadalupe Barrera difícilmente podrá comprender la dimensión de declararse anti feminista, siendo ella la presidenta de la Comisión de Género del Ayuntamiento, después del escandalosillo traspiés nacional que protagonizó a las puertas del Comité Ejecutivo Nacional de su partido —eso sí, con una muy anti feminista acción— a la que sumó los atentos saludos enviados a su dirigente municipal, Alejandro Navarro.

El feminismo es como el diablo, húyanle. Aunque no se entienda muy bien que el feminismo ha impulsado, por ejemplo, que haya regidoras en los Ayuntamientos… como Guadalupe Barrera.

Bajo ninguna circunstancia dejaré resquicio de duda sobre el propósito de estas letras. No es defenestrar el trabajo o la participación de las mujeres en la administración pública. Se trata de revisar y poner bajo la lupa la óptica con la cual candidatos, dirigentes de los partidos y gobernantes en turno que palomean listas de gabinete, candidaturas y suplencias, eligen o determinan cómo designar a las mujeres, en estos nuevos tiempos de paridad o de conformación de las planillas y administraciones, tendientes a la equidad.

Muy poco a poco, con resistencia, como si fuera (otra) graciosa concesión.

Como si las mujeres no fuéramos (nada más) la mitad de la población, por si acaso se necesitaba una razón.

O una razón más.

Alejandra Caballero llegó con la encomienda de echar a andar y convertir en un éxito uno de los proyectos emblemáticos de la gestión del alcalde Gutiérrez Márquez, el de Mi Barrio Modelo.

Los rumores de pasillo hablaban de que la funcionaria era “consentida”, se le daba chance para que se luciera con el programa, se le tuvo toda la paciencia.

El fracaso llegó temprano, entró por una puerta mientras Caballero salía por otra.

A la Dirección de la Mujer (tras la salida de su primera directora desde que se fundó como Instituto, Iovana Rocha, en un momento polémico con el terrible caso de las mujeres y menores encerradas en la casa del barrio de Tamazuca y el embarazo de una de las niñas) llegó Alba Carolina Jasso, directo desde el área de Atención Ciudadana, quien sin más nociones de lo que significaba la labor de un área como éstas, pasó sin pena ni gloria… hasta que encontró una chamba mejor.

¿Compromiso, convicción, la atención a las mujeres del municipio como prioridad? Pues no.

Sobre las vocaciones de la regidora Barrera hay poco qué agregar.

Ella las ha descrito todas ampliamente.

Hasta de bulto.