Histomagia

Lee y anda Guanajuato

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Histomagia: Narrativa y ficción de Guanajuato

Andar en cada callejón, plaza, edificio catalogado o no, túneles y calles de Guanajuato, es leer entre arquitectura remozada y viejos edificios, los vestigios de tiempos remotos que evocan una melancolía del pasado; es adentrarse en un sinsentido mágico que provoca conocer las historias de narradores de primera mano que conocen la ciudad y algunas versiones de sus antepasados, pues hablan con añoranza de: una Calle Nueva (la Subterránea y las primeras excavaciones dejando el nuevo camino abierto, a un lado de San Diego), el Cine Reforma (Tienda del Sol), la vieja Central de Autobuses (Tienda Comercial Mexicana), la vieja vecindad que se perdió en un litigio mal habido (Casa de la Cultura), los nuevos cerros de Guanajuato hechos por la mano del hombre (Presas de Jales —residuos de las minas—), la Cantina La Barra de Santander en el Baratillo a la que le llamaban la Curva de la Muerte porque quien entraba ahí salía bien borracho, las ruedas de molienda que pertenecieron a la fábrica de jabón que estaba en la casa principal de los pastitos cerca de la fuente y que ahora están afuera de un hotel, el incendio del Teatro Juárez a principios del siglo XX con prácticamente pérdida total, la fuente florentina hermosa e itinerante regalada por don Maximiliano de Habsburgo a la capital (en realidad donó tres en 1864, las otras dos quedaron en Irapuato una y otra —que se perdió— en León), y de tantos y tantos fantasmas que recuperan cada noche la ciudad: la inconfundible Llorona que se pasea a lo largo y ancho de Guanajuato y que su lamento si se escucha cerca es que está lejos y si se escucha lejos es que está cerca, el Catrín que se aparece en el río de Pastita con un gallo de pelea en sus brazos al que le pasa la mano por el lomo, el Padre Mangas que se aparece en el Edificio Central de la Universidad, carruajes que se escuchan por la bajada del Camino Real (ahora el Callejón del Tecolote), los muertos que se aparecen invocados por las brujas que hacen su aparición en esta ciudad de pirules, pues dicen que la vida en Guanajuato sin el buen sabor de un hechizo o conjuro no es vida.

Vivir la magia de Guanajuato es ver cada habitante que sabiendo que existe otra ciudad enterrada, pasan lo que ahora es la tumba de las muchas personas que perecieron en la inundación que dejó al primer Guanajuato convertido en escombros. Es saber que debajo de sus pies puede haber alguno de los tantos túneles existentes bajo la ciudad: uno desde el Camino Real hasta la Alhóndiga de Granaditas, y otros tantos entre iglesias que dan idea de una red interminable construida por los cristeros para salvar sus vidas, así como una serie de recovecos encontrados en el río túnel que va de Pastita a la Compañía.

Todas y cada una de las narrativas de las personas que viven y saben del pasado en Guanajuato, logran que la magia y el misterio de la ciudad la haga más hermosa y atractiva para los ciudadanos del mundo, quienes posiblemente tienen un deseo inconfesable de que las momias salgan de las paredes de sus túneles para poseerlos en un interminable y mágico sueño histórico que los transporte a otras vivencias misteriosas. La historia y la magia caminan en la ciudad. Ven: lee y anda Guanajuato.