Las cosas como son

Más sobre la vinculación

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Me gustaría ahondar un poco en el tema de la vinculación, visto como una cuestión crucial en lo concerniente a órdenes del amor (en la familia) y a órdenes del éxito (en los grupos, el trabajo, la empresa). Por la vinculación, entonces, nos unimos de cierta manera a otras personas, establecemos un orden, y en consecuencia nos corresponde dar y toma bajo ciertas reglas.

Por ejemplo, los miembros de una pareja se vinculan entre sí por el amor y por la sexualidad. En su caso, al instaurar la pareja, ambos comienzan la contabilidad, por decirlo así, en el punto cero: están en igualdad de condiciones, y comenzará a establecer el intercambio, a partir luego de quién aporta más a la relación, por ejemplo estabilidad financiera, entereza moral, autoridad doméstica, y lo que se quiera. Así pues, se vinculan en igualdad y se ordenan al mismo tiempo con lo que generan una forma específica de vivir.

Los hijos a su vez, siempre son menores que los padres. Por el hecho de nacer de éstos quedan vinculados a ellos para siempre, y colocados en un sitio inferior a sus progenitores. Solo en ese lugar pueden recibir y recibir lo que requieren para su crecimiento y desarrollo. Y en todo momento serán los pequeños y los padres serán los grandes, sin posibilidad de que esto cambie, pues quien recibe la vida de otro, por ese solo hecho nunca podrá igualarse. Naturalmente, lo deseable y quizá previsible es que en este tipo de relaciones campea el amor como vehículo que une y hace fluir la relación, cuya caducidad no existe.

Por lo demás, una familia es un grupo de personas que comparten un destino, lo quieran sus miembros o no. Véase como botón de muestra toda la herencia biológica que recibimos espontáneamente, solo por el hecho de ser procreados por nuestros padres: nos guste o no, lo queramos o no, ya tenemos esas predisposiciones orgánicas. No sucede sí con los ámbitos grupales, con el trabajo o las organizaciones. En estos es la persona quien decide integrarse, quien pide una oportunidad para pertenecer, quien dice “sí” a las condiciones pre-existentes. Por lo tanto, la vinculación es buscada voluntariamente, tiene en su enfoque la realización de una tarea o cometido, implica una modalidad de dar y tomar convenida con antelación y puede acabarse en cualquier momento.

Esto la caracteriza, y requiere de la persona por eso mismo una manera distinta de mirar las relaciones. Como es una vinculación voluntaria, presupone un cierto tipo de dedicación, la aportación constante de un esfuerzo, de una habilidad, de una especialización, gracias a la cual se adquiere y aun se consolida una pertenencia, y también por obra de esa misma aportación se mantiene la relación y se recibe una retribución que favorece la vida de la persona y de su familia. Como está orientada por la realización de un tarea, requiere actividad, esfuerzo, saber muy bien qué lugar corresponde y desde allí realizar lo que se ofreció. En estos casos, aun y cuando una persona ya se siente pertenecer una empresa u organización, lo cierto es que recién llegada ocupa el último lugar de todos, no importa qué cargo tenga, incuso si dirige algún área o departamento. Es cierto que, pasado el tiempo, y vistas las aportaciones, la persona puede ascender, ser colocada en otras áreas de responsabilidad, pero es imprescindible mantenerse en su sitio y realizar las contribuciones convenidas, sin adelantarse y sin retrasarse, y actuando en consonancia con las normas de la organización y atendiendo las tradiciones y hasta los hábitos favorables que allí rigen.

Finalmente, a diferencia de la familia, donde no termina el vínculo nunca, en las organizaciones puede acabarse, sea porque el trabajador decidió no dar más a la organización, sea porque la empresa decidió prescindir de sus servicios. Digamos que el acuerdo puede acabarse en cualquier momento y con razones válidas. Claro que, al terminarse esta relación, la vinculación ha obrado sus efectos y es imprescindible reconocerlos, como una oportunidad de pasar mejor la vida, aun de favorecer a la familia, y de crecer como profesionista.

Dicho lo anterior, queda por señalar la necesidad de no mezclar ambos contextos y mantener cada tipo de vinculación en los márgenes y características inherentes: la familia no es una empresa, y la organización no es una familia; las relaciones son diferentes y el tipo de compensación es específica en cada caso. Llevamos ambas vinculaciones siempre, pero sería lo deseable y pertinente mantenerse alerta a su particularidad y obrar en consecuencia.