Candil de la Calle

“Otra oportunidad, otra oportunidad”

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El secreto de la paz está en el respeto de los derechos humanos.

Juan Pablo II

(Foto: Especial)

Fue un “no” rotundo el que salió del gobernador Miguel Márquez Márquez cuando le preguntaron —el martes 15— si estaría dispuesto a sentarse en una misma mesa de trabajo con Las Libres para trabajar en el cumplimiento de las recomendaciones emitidas por el Grupo de Trabajo, dirigidas a atender, a tomar medidas, para frenar los diversos eventos de violencia contra las mujeres que vivimos en este estado, derivadas de la petición hecha por… Las Libres.

No es que sorprenda mucho la posición del gobernador. Más bien suena inusitada, brava, en un momento culminante de una serie de eventos previos que han tenido a Las Libres en la cima de una montaña de acciones, movimientos, denuncias, pronunciamientos e intervenciones en Guanajuato, en México y en otros escenarios internacionales, exhibiendo lo mucho que falta por hacer para acercar a las guanajuatenses al pleno ejercicio de nuestros derechos, tanto como ejercemos nuestros deberes y responsabilidades.

Por si a alguien todavía no le queda claro, nadie está echándole la culpa de todos los males padecidos por las mujeres en el estado al gobernador o a su administración. Hay un lastre generacional, de cultura, alimentado por la inacción de otros gobiernos pasados.

Y de éste, sí, también.

Ha sido la de Las Libres una voz potente, pero no la única, que denuncia, que critica, que exige resultados. Ha dado pasos ante las instancias institucionales existentes: sea en forma de amparo ante los juzgados, de recurso ante la Oficina del alto Comisionado de la ONU, de solicitud de declaratoria por violencia ante la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres.

En todos esos espacios, esa voz ha sido atendida, reconocida, escuchada. En varios se le ha concedido la razón, se ha encontrado sustentado su reclamo, por si acaso hay quienes insisten en disminuir las consecuencias de sus acciones y el impacto en las mujeres y en la vida pública de Guanajuato.

Como Las Libres, otras organizaciones han sido puntuales en exponer aquellas debilidades institucionales que no se pueden inventar, porque las constatan, se comprueban cada día, en el trabajo que hacen cuando reciben a una mujer agredida, corrida de su casa, despedida de su trabajo porque se negó a acostarse con el jefe; burlada por un agente del ministerio público que no le cree; ignorada por un policía municipal que no tiene idea de qué hacer.

El resultado más importante, básico, humano pues: que ni una sola mujer sea asesinada en el territorio guanajuatense, por las razones que sean, pero sobre todo por el hecho de serlo.

Que se deje de ver la violencia física, económica, emocional, como algo “normal”, que “ellas se merecen”, o que recibimos en respuesta a una primera culpa, “¿pues qué hizo?”.

¿Qué, es  mucho pedir?

Convertir este mensaje en afrenta personal, en batalla campal, en exclusión automática de la voz que desagrada, que dice aquello que no se quiere ver, aceptar, siquiera escuchar, refleja en toda su dimensión no al Estadista, sino —como dijo un viejo priista penjamense— a un auténtico Escapista.

Otros “no” se han escuchado antes.

Y qué.