Candil de la Calle

La burda conspiración de Silao

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La libertad de expresión es decir lo que la gente no quiere oír.

El procurador no descartó llamar a declarar al alcalde de Silao (Foto: Archivo)
(Foto: Archivo)

Catorce lesiones dejaron marcado el cuerpo de la colega reportera Karla Janeth Silva Guerrero, causadas por uno de los tres hombres enviados a golpearla y amenazarla la tarde del jueves 4 de septiembre, cuando ella y su compañera Adriana Palacios se encontraban trabajando en la redacción de El Heraldo del Bajío ubicadas en el centro de Silao.

Traumatismo craneoencefálico que ha dejado secuelas temporales en la visión de Karla; una lesión en la frente que requirió sutura y que, según el peritaje médico presentado por la Procuraduría de Justicia, dejará una cicatriz permanente y notable; otra lesión en la frente, una en el párpado superior izquierdo; una más en el dorso de la nariz; laceraciones, hematomas y excoriaciones en las piernas, el codo derecho, una mano, el labio superior y un esguince cervical de grado uno forman parte del cuadro dantesco que terminó en un charco de sangre bajo el escritorio de la joven.

En la audiencia pública del juzgado de oralidad penal celebrada el martes 16 de septiembre durante casi diez horas, fue posible que todos los presentes escucháramos, detalle a detalles, paso a paso, cómo se armó la trama de “un jale contra una reportera” para hacerle saber que debía “bajarle a sus notas”.

Tres hombres, presuntamente enviados por intervención del director de Seguridad Pública, Nicasio Aguirre Guerrero (en una trama que cada vez con mayor certeza conduce a otras instancias de altos niveles de la administración municipal silaoense)  cazaron a la joven periodista de 24 años y no más de 45 kilos de peso. Esperaron a que se encontrara sólo con su compañera Adriana, y entraron alrededor de las 5 y media de la tarde. Amagaron a ésta acercando un cuchillo a unos centímetros del rostro y le hicieron saber que no debía moverse, mientras presenciaba la golpiza que uno de ellos le propinaba a Karla.

El primer puñetazo del hombre apodado “El Buda” se dirigió a su rostro.

Los que le siguieron también buscaban dar en su cara, pero Karla se echó hacia atrás y posteriormente se tiró al piso, debajo del pequeño escritorio donde estaba abierta y encendida la laptop en que terminaba de avisar a uno de sus jefes en la redacción central en León que habían ido a buscarla dos hombres sospechosos.

Esta era la segunda vez en el día en que los hombres se presentaban en la oficina. Al mediodía de ese jueves 4, dos de ellos llegaron a la oficina del periódico ubicada en la calle Domenzáin, en el centro de Silao, y preguntaron por ella, sólo que dieron el nombre de Karina, según refiere la declaración ampliada de la reportera que fue expuesta por la Fiscalía en esa audiencia.

Cuando Karla —quien no se encontraba en esa primera visita— fue informada de esto, llamó al director operativo de la Policía Municipal, Jorge Alejandro Durán Fonseca. “Qué raro. Acaban de venir unos tipos a buscarme, pero dijeron Karina. El único que me dice así eres tú; yo me llamo Karla”, fue parte de lo que ella le hizo saber al funcionario de la Policía.

Unas horas después, cuando los mismos dos hombres y un tercero regresaron, preguntaron, ahora sí, por Karla.

Adriana y Karla no tuvieron tiempo de reaccionar. “¿Qué quieres?”, alcanzó a decir Karla. Pero ya uno de ellos cerraba el portón de entrada de la oficina; otro se acercaba a Adriana con un cuchillo de mango negro y punta hacia arriba en la mano, el mismo que daba órdenes a un tercero, “El Buda” quien sin más, soltó el puñetazo dirigido al rostro de Karla.

“Tienen cinco minutos para llamar a la policía”, les hicieron saber antes de tomar la laptop, una cámara fotográfica propiedad del periódico, varias memorias USB de un cajón, dos teléfonos celulares y un nextel.

Una operación violenta, burda, malhecha, que subestimó —creo— consecuencias, entre ellas, la reacción de un gremio que en este país ya ha sido tocado y lastimado, y no está dispuesto a seguirlo permitiendo, venga de donde venga, pero particularmente cuando viene de aquellos en quienes depositamos el voto de confianza como autoridad.

Si a alguien le parece exagerado, que no se le olvide que en este país matan, también, a los periodistas.

La punta de una madeja que habrá qué llevar, eso exigimos, a la justicia para Karla.