El Laberinto

La araña en la pared

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(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Dicen que la única cosa peor que ver una araña en la pared, es dejar de verla, porque pasa de ser una certeza, la de que está ahí y podemos aplastarla, fumigarla o si somos más amables, invitarla a salir de nuestro espacio tomándola con un papel, a ser una amenaza al no saber dónde rayos se metió y en qué momento va a atacar, tal vez está al asecho entre las sábanas o apostada siniestramente en un zapato. También podemos pensar que ya se fue hasta que nos la encontramos cara a cara y nos toma desprevenidos o hasta que nos enteramos que atacó al vecino.

Peor aún es que, sin haberla visto jamás, empecemos a amanecer cruelmente mordidos por ella (mi bióloga de confianza dice que muerden y no pican) y comencemos a imaginar toda clase de bichos que podrían ser los responsables de aquella afrenta, no dormir pensando que nos puede atacar de nuevo, ponernos remedios que no ayudan y terminar creyendo que tenemos en nuestra casa a la peor amenaza entomológica del siglo.

Con esta terrorífica historia trato de decirles que la incertidumbre mata, más que cualquier enfermedad y que cualquier criatura venenosa, porque juega con nuestra mente, nos hace creer lo peor a la vez que albergamos esperanzas poco realistas.

No saber dónde está el problema o en qué va a afectarnos, como es el caso de la araña perdida o cuál es el problema, como con las mordidas misteriosas, nos mantiene haciendo cosas equivocadas y llegando a conclusiones adelantadas, además de que da miedo y nos pone a la defensiva.

La incertidumbre se convierte en una carga en el momento en que lo que está en juego es lo más importante para cada uno de nosotros, como cuando no sabemos dónde está nuestro ser querido, o porque tenemos ese extraño dolor de cabeza o si vamos a comer mañana, para estos casos contamos con el respaldo de la sociedad, en el caso del ser querido disponiendo de medios para comunicarnos con él y confiando en que en general está seguro en la calle, en el del dolor de cabeza buscando ayuda médica y en la de la comida contando con ayudas sociales y fuentes de empleo. No somos omnipotentes ni omnipresentes pero podemos matar arañas en equipo.

¿Y si el equipo falla? He ahí la peor de todas las incertidumbres. México quedó en los últimos lugares en los estudios de la OCDE sobre calidad de vida, cuyos indicadores dependen, en su mayoría, de certezas como son el ingreso, la vivienda, las relaciones sociales, la educación, la salud, el medio ambiente, el trabajo y la seguridad; en pocas palabras, no sabemos en conjunto qué puede pasar con nosotros. Por lo menos en los ámbitos que no solo dependen de las cosas, no solo dependen de las capacidades particulares, si la araña nos muerde, es probable que el hospital al que vayamos esté fuera de servicio, podemos estar seguros de que nada es seguro, vaya certeza que tenemos.