Candil de la Calle

Un país que marcha

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Las calles de la capital  cervantina se invadieron de universitarios (Foto: archivo)
(Foto: Archivo)

No. No es “un país en marcha”.

Tampoco significa “Mover a México”, el eslogan de este gobierno que a dos años de iniciar el sexenio, ha logrado su cometido, sólo que en un sentido inverso al pretendido.

Porque pensar en una dinámica de violencia e inseguridad intencionada con el afán de sembrar el miedo paralizante, es demasiado perverso y muy difícil de admitir.

Es un país que marcha.

Por las razones que nos han dado la ausencia del Estado, o su participación cómplice en los actos delincuenciales, en los actos de gobierno, en las decisiones impopulares.

Un país que marcha porque se percibe que ya no queda de otra.

Porque desaparecen las mujeres.

Porque las asesinan.

Porque desaparecen los jóvenes, los estudiantes.

Porque las asesinan, los asesinan.

Porque desaparecen periodistas.

Porque las golpean o asesinan.

Por los asaltos del día, del mes, del año.

Por la corrupción.

Por las reformas que desaparecen derechos laborales, que entregan la explotación de los bienes nacionales al negocio particular, que aplasta al pequeño y mediano contribuyente y consiente al rico mediante millonarias devoluciones.

Por el hartazgo de tener a esos narco alcaldes, a esos narco gobernadores, a esos narco presidentes que ordenan asesinatos y desapariciones.

Hace una semana, cuando en Guanajuato se articuló la solidaridad estudiantil desde la Universidad de Guanajuato con los normalistas de Ayotzinapa, citaba a una juventud que despierta.

Pero hay que decir que en estas marchas, las que ahora organizan los jóvenes en México, en Guanajuato, en León, participan adultos, mujeres, niños, personas de la tercera edad.

Participamos sindicatos, estudiantes, profesionistas, médicos, periodistas.

La semana pasada, la convocatoria fue solidaria con Ayotzinapa y con la familia de Ricardo de Jesús Esparza, el joven hallado muerto en circunstancias hasta ahora no aclaradas (por las razones que sea) en una vivienda de un callejón de esta ciudad.

El domingo, en Comonfort, cientos de personas abarrotaron una iglesia en la que se celebró una misa pidiendo por la paz.

El lunes, en Irapuato, la marcha se originó en el repudio al asesinato del ex regidor y ex director de Obras Públicas Municipales Leobardo Magaña Ahedo.

Anoche, en León, estudiantes de varias universidades (de Guanajuato, LaSalle, Iberoamericana, U de León, Tecnológica, Politécnico) y ciudadanos llenaron la plaza principal. Hubo solidaridad con los familiares de los normalistas desaparecidos hace un mes, pero también reclamos a los gobiernos locales por los asaltos y asesinatos como el de Paulina, la joven residente del Hospital Regional de León apuñalada en una pizzería.

Este miércoles se ha convocado a una nueva marcha, ésta a invitación del personal del Hospital Regional, compañeros de Paulina.

La perspicacia de algunos sugiere movilizaciones políticas.

El desdén de otros, que se magnifican situaciones cotidianas.

La versión oficialista sugiere que hay una percepción tendiente a la exageración porque “Guanajuato no está como Guerrero”.

Ni falta que hace.