Candil de la Calle

Calderón en Guanajuato

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(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Felipe Calderón, por un lado, y su esposa Margarita Zavala, por el suyo, buscan reacomodarse entre el panismo al que han pertenecido desde hace décadas tras su agónico paso de seis años por Los Pinos.

Rodeados de traiciones y lealtades cuestionadas y cuestionables; grupos de poder dentro del panismo; traidores ellos mismos a postulados y propósitos de quienes fundaron Acción Nacional en tantos momentos y circunstancias del sexenio, Calderón y Zavala pelean los sitios que Gustavo Madero y su círculo cooptaron, en esos combates internos, cuerpo a cuerpo, trenzado el panismo que hoy goza del poder y ambiciona más.

Recorren estados, acompañan a candidatas y candidatos en campaña.

Y llegan a Guanajuato.

¿Qué le inspira a usted saber de la cercanía del ex presidente que marcó a México de la manera en que Calderón lo ha dejado marcado?

Herido. Mortalmente herido.

Margarita Zavala ya había estado en la entidad en este proceso electoral.

Su paso por Guanajuato fue más bien discreto, pero suficiente para dar el paso de la sana distancia con quien es su amigo, fue su compañero de bancada en San Lázaro y colaborador de su esposo en el gabinete federal, el doctor José Ángel Córdova Villalobos, ahora candidato del PRI, el Partido Verde y el Panal.

Córdova dio entonces la bienvenida a Margarita Zavala; desde lejos (y quién sabe si desde cerca) expresó “el respeto y la amistad que siempre tendrá”, palabras más o menos.

Este martes, con motivo del arribo de Felipe Calderón a León, fue nuevamente Córdova quien desde su cuenta de Twitter dio la bienvenida al ex presidente, quien fue su jefe según la estructura del gobierno federal, y le reiteró la amistad y el respeto a él y a toda su familia.

El miércoles 13, la agenda de Calderón marcó actividades con panistas en León, en Celaya, y por la tarde, en Guanajuato capital, acompañando a Ruth Lugo en la presentación de su plan.

Qué sentimientos tan distintos nos inspira Calderón a otros tantos.

El respeto no es uno de ellos.

Porque Calderón no nos respetó.

Lo escribí antes, lo escribí cuando se fue de Los Pinos: me siento agraviada; lastimada por la violencia desatada en su sexenio, imparable.

El negocio de la guerra y la estrategia absurda nos convirtieron en país de desaparecidos, de muertos, de periodistas asesinados, de madres buscando a sus hijos, de fosas en patios, en campos, en lotes baldíos, de masacres sucediéndose uno y otro día.

De impunidad.

Abrió la puerta al retorno del PRI.

Mantuvo los cacicazgos prevalecientes, por ejemplo, en el sindicalismo charro, el petrolero, el magisterial, con quienes armó su propia historia de complicidad.

La corrupción permeó y campeó en el gobierno y fuera de él, a falta de mensaje ejemplar desde los más altos niveles.

Por esto y por tanto, ¿bienvenido, Calderón?

Creo que no.