Candil de la Calle

Una fiesta desairada

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No hubo incidentes graves durante la jornada electoral (Foto: Archivo)
 (Foto: Archivo)

Más de la mitad de las ciudadanas y ciudadanos guanajuatenses que están inscritos en la lista nominal de electores y que pudieron acudir a las urnas a emitir su voto el domingo 7 de junio, no lo hicieron.

Decidieron no votar.

Aunque los resultados preliminares no son definitivos y está en proceso el cómputo oficial en los organismos electorales —además de que todavía falta que los partidos y candidatos que rechacen resultados lleven su inconformidad a los tribunales— la participación ciudadana se ha estimado en un 40.36 por ciento.

Debe ser, sin duda alguna, uno de los porcentajes de abstencionismo más alto que se haya registrado en las votaciones de los últimos años en el estado.

Guanajuato se ha quedado muy por debajo de la media nacional de participación electoral.

Hay entidades donde se encontraría el pretexto perfecto: violencia, disturbios, delincuencia, inseguridad, hastío por los gobernantes y los partidos, pobreza.

¿Y en Guanajuato?

El Partido Acción Nacional se ha llevado la mayor parte de los municipios y distritos, hasta donde los resultados preliminares han permitido saberlo: 26 de los 46 municipios y 19 de los 22 distritos o diputaciones locales de mayoría.

Pero la representatividad alcanzada por esa mayoría gobernante pintada de azul, como la representatividad de los otros partidos que gobernarán minoritariamente, es más que relativa.

Es minoritaria también. Porque así lo decidieron los guanajuatenses.

Es cierto que ésta fue una elección de las denominadas intermedias, en la que la ciudadanía guanajuatense no votó por un gobernador. Pero con todo y eso, la participación quedó baja. Porque no elegimos gobernador, pero elegimos a los presidentes municipales y a los ayuntamientos de los próximos años.

La votación de los ganadores en municipios como León no llega ni al 30 por ciento de todos los ciudadanos en edad de votar. No fue ni la tercera parte de la ciudadanía la que eligió a esa opción.

Fenómeno similar ocurrió en la capital del estado, en otros municipios y distritos, con todo y que entrarán al Congreso, por ejemplo, nuevas fuerzas políticas como Morena.

Y entonces es éste otro de los momentos en que el discurso ése que aduce que hay una feliz y pacífica estabilidad y progreso económico en el estado, no coincide o choca —como choque de trenes— con la manifiesta voluntad de los ciudadanos al expresar, mediante el voto o su decisión de abstenerse, que no están conformes con el espectro de partidos y de candidatos que les fue presentado para esta ocasión, para este proceso electoral.

Para esta fiesta cívica.

Porque menos de la mitad de los invitados a esta fiesta se presentaron.

Porque más de la mitad no quisieron estar.

Los organizadores de la fiesta, los anfitriones, los organismos electorales y quienes los integran, los partidos políticos, los candidatos, tendrían qué captar el mensaje.

Los otros mensajes: los votos anulados, los votos por candidatos no registrados, otras formas de hacerles saber que la fiesta no gustó.

Que el menú no fue de nuestro agrado.