Candil de la Calle

Vivir fuera del presupuesto…

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PAN logotipo…Es vivir en el error.

Esta frase fue acuñada por el abogado, juez y embajador veracruzano César Garizurieta, quien ante su designación como embajador de México en Haití —lo que sin duda era un destierro más que un reconocimiento— soltó la antecitada frase y una más: “Las embajadas se aceptan, no se agradecen”.

La frase data de 1956. Parece que fue ayer.

El comité municipal del Partido Acción Nacional en León ha recibido, por estos días, más de 600 solicitudes de empleo entregadas por esos cientos de aspirantes a formar parte de la burocracia municipal leonesa en esta, la coyuntura de la alternancia tras la elección.

Todos quieren trabajar con el próximo presidente municipal, Héctor López Santillana.

Al menos, eso debe decir en la mayoría de las hojas de solicitud que tiene en sus manos el dirigente municipal panista, el nunca bien ponderado Alfredo Ling Altamirano.

En realidad, sabemos que en la lista de los suspirantes figuran todo un abanico de posibilidades: los que apelan a su derecho de sangre blanquiazul; es decir, a su militancia panista como linaje político que automáticamente los hará merecedores de ingresar a la nómina municipal.

Aquéllos que no son militantes, pero tienen amistad, parentesco, cercanía, fueron compañeros de banca, siempre estuvieron convencidos de que Héctor ganaría, lo apoyaron moralmente, son el primo del amigo del compadre del coordinador de campaña del candidato…

Están esos otros que sencillamente necesitan un trabajo porque no tienen uno o porque en el que tienen no les va tan bien como les podría ir ganando un sueldo en el gobierno leonés.

Y luego, más allá, esos cuyo perfil, experiencia, trayectoria o aptitudes los hace idóneos para los cargos a los que aspiran y bueno, podrían tener suerte.

Es cosa de imaginar que este mismo fenómeno, con distintos partidos y de colores, se presenta en cualquiera de los otros 45 municipios.

Como cada tres años.

Y pasará, como esa película que hemos visto infinidad de veces —a pesar de lo mala que es y de que ya nos sabemos cada una de las escenas y de los diálogos— que el cambio de gobierno, pero particularmente, el cambio de partido, incluirá otra vez la salida y la entrada de decenas, o quizás cientos de empleados de las oficinas en los 46 municipios, entre las que destaca León por su tamaño y la dimensión de la administración pública municipal.

En el caso de León, el arribo del PRI y el Partido Verde con Bárbara Botello Santibáñez como alcaldesa exhibió lo que en ese entonces ella presentó como un exceso de burocracia y como una lista de personajes que no tenían las cualidades profesionales para estar allí, pretexto (quizás auténtico en parte) que sirvió para desplazar a numerosos empleados y dar cabida a colaboradores fieles, equipo de campaña, compromisos personales y toda, la otra “cargada” que se instala en cada cambio de administración, entre la que habrá, como ya explicamos, de todo: los eficientes, los compadres y los que cobrarán sin mucho esfuerzo a cambio.

Tan reveladora la clasificación que, en el caso de León, hace Alfredo Ling de los solicitantes de empleo para la Presidencia Municipal: poco más de 200 son militantes de Acción Nacional y otros 400 son “sin partido”.

¿Activará la bolsa de empleo panista algún filtro para evitar que entre los “no partidistas” con posibilidades se cuele algún tricolor o un verde ecologista, por ejemplo? ¿Cuál será el criterio final para palomear y tachar?

Y que no se le olvide al dirigente panista leonés Alfredo Ling lo inquieto que fue durante el trienio que concluye para señalar la contratación de amigos y familiares de la ex alcaldesa Botello, “detalle” que ahora no le parece tan importante.

El servicio civil de carrera queda, vistos los acontecimientos, reducido a la mínima expresión. Cómo olvidar que fue un concepto del desarrollo organizacional tan del gusto del panismo medinista en el gobierno estatal, sobajado por el foxismo con sus head hunters para luego ser recuperado en el romerismo y acabar en vil cotorreo en la época actual, como cuando el gobernador Miguel Márquez presentó a su gabinete y aseguró, por ejemplo, que la ausencia de mujeres en el mismo se debía a que “no se animan a dejar a los hijos y al marido”.

A propósito de la paridad en la administración y cargos públicos, Héctor López Santillana, por su parte, fue uno de los pocos candidatos a alcaldes que hizo un compromiso público con la equidad de género en la integración de su gabinete en León.

Un filtro de capacidades sin tintes sexistas sería un buen comienzo para tomar decisiones y respetar la palabra empeñada.