Histomagia

¿Espectros en los caminos?

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(Foto: Paul Morin)
(Foto: Paul Morin)

Los atardeceres en Guanajuato son mágicos. Ayer regresé de la ciudad un poco más tarde a lo que acostumbro y pude ver en todo su esplendor cómo la naturaleza ha sido magnánima con esta tierra que, sin duda, es uno de los lugares más enigmáticos y bellos del mundo.

Mirando el paisaje y el horizonte escucho al taxista, Armando Tavares, que comienza a hablarme sobre su oficio y los años que tiene como chofer; esta plática de a poco la deriva en hablar sobre las historias extrañas que todo taxista, de alguna u otra manera, ha vivido. Se desvive en historias de los fantasmas que existen en los caminos y en cómo estos seres se las arreglan para darse a notar, me platica tanto que incluso al llegar a mi casa, me quedé con él en su taxi como media hora escuchándolo de manera absorta, sorprendida por la pasión con que relata sus vivencias.

La que en verdad me resultó fuera de lo común es la que Tavares dice fue una de las peores experiencias de su vida. Hace años regresaba de la ciudad de León, cuando aún no estaba la carretera de cuota para Guanajuato, y cuenta que al pasar por Silao en el entronque, él hizo alto total para evitar accidentes y seguir su camino, en ese momento la puerta trasera del carro se abrió y cerró de manera tan rápida como si alguien a las prisas lo hubiera abordado. Él sintió un frío que le recorría la espalda y se negó rotundamente a voltear al asiento trasero para no dar cuenta de ese “algo” que se había subido; eso sí, rezó todo lo que pudo hasta lograr que “ese ser” se bajara del taxi y llegar rápido y tranquilo a Guanajuato.

Pero sin lugar a dudas una en verdad escalofriante es la que le sucedió a otro compañero del volante, también hace algunos ayeres. Tavares me cuenta que entre sus múltiples actividades, antes vendía tacos en San Javier, y una noche, ya muy tarde, paró un taxista en su puesto a pedirle un trozo de pan por un reciente susto que le había acontecido. Tavares me cuenta que su compañero estaba blanco del rostro, casi transparente, y que dándole el alimento requerido, su amigo se dispuso a contarle lo que sucedió. Cuenta que llevaba un servicio para Mellado y que para abreviar camino en la Panorámica, pasó por la Mina de Rayas. Su cliente iba de copiloto y para evitar el nerviosismo que da la noche, comenzaron a platicar y así hacer el viaje más relax. Entonces, cuando iban pasando por la carretera que cruza los patios de la Mina de Rayas, ya despuesito del tiro de la mina y del patio del muro imponente, su carro empezó a fallar y paró por completo. En eso, ambos vieron cómo una figura fantasmagórica de un ser envuelto como en tul les pasó volando por el capó del auto, “viéndolos” con sus grandes ojos huecos, acercando su horrible rostro casi hasta sus caras, pues sólo el vidrio del auto los mantenía separados de “esa cosa”. No podía creer que le estuviera sucediendo eso, ni mucho menos imaginó que ese ser estiró su brazo descarnado en un afán por tocarle el rostro atravesando el vidrio… al ver esto, ambos gritan de manera desaforada al reconocer que ese espectro no era de ningún vivo, que era un ser que buscaba algo en ellos —él imagina que buscaba sus almas para llevárselas—. De repente, su cliente, de tanto miedo, lo abrazó y, tan sorprendido como él, y en medio de las emociones sentidas, su amigo vislumbró una salida: intentó darle arranque al carro que no respondía. Él le atribuye la falla a la energía con que ese fantasma impregnó todo su alrededor… hace un intento de encendido y vuelve a fallar, y ya, en la desesperación total, intenta de nuevo y el auto responde. Cuenta que se bajó de ahí lo más rápido posible, mientras la figura fantasmal se alejó de manera tan veloz que apenas en un segundo lo ven flotando por el muro de Rayas para desaparecer en la oscuridad total de la noche.

Fantasmas y espectros existen en todo lugar en que el humano ha puesto pie, eso sin duda, pero lo más interesante de estas narraciones son las experiencias extrañas que todo mundo hemos vivido, y los taxistas, por su contacto con tanta gente y por la noche, no se eximen de ello. Conócelas. Ven, lee y anda Guanajuato.