Para la festividad de muertos me encontré con un fenómeno curioso en el panteón pues, entre las tumbas adornadas, me encontraba con familiares que llevaban sus ofrendas a sus seres queridos y con niños disfrazados de brujas, piratas, diablitos y hasta princesas de cuento, echando por tierra los reclamos de los puristas que suponían que la celebración anglosajona del hallloween terminaría por devorarse a nuestro tradicional día de muertos.

Resulta que hay quienes afirman que lo que podemos considerar netamente mexicano tiene que haber surgido en nuestro territorio antes de la fecha de corte, que en teoría es la conquista española, relegando a la triste categoría de lo ajeno aquello que pertenece a otros momentos y que es fruto de otras interacciones, pero de ser así: ¿qué nos quedaría? Y ¿Cómo podríamos afrontar con ello los tiempos actuales?

Pensar de este modo deja de lado más de quinientos años de historia y niega la evolución y la mezcla, en el terreno cultural las prácticas rara vez desaparecen o son sustituidas, como si de cambiar un foco se tratara, más bien que se adaptan, se reinventan y se les atribuye nuevos significados que nos permiten apropiarnos de lo diferente o aprender cosas nuevas.

En el caso particular de la desgastada pelea de todos los noviembres donde se defiende el día de muertos contra el halloween, creo que se ha ganado más de lo que se ha perdido, pues incluye un día mas de celebraciones, nuevos elementos en las ofrendas, fiestas de disfraces, niños felices y mucho que ver en la calle.