El Laberinto

El tren vacacional

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(Foto: Especial)
(Foto: Especial)

Si nos imaginamos el correr del tiempo de un año como el avance de un tren, entonces las vacaciones de Semana Santa son la primera estación, ese momento donde el convoy se detiene para recargar combustible y para ser revisado y nosotros los pasajeros podemos bajarnos a estirar las piernas y descansar un poco.

Las vacaciones, sobre todo cuando son generalizadas, como es el caso por lo menos de estos tres días que para algunos puede ser una semana y para otros más afortunados dos, representan la reducción de la velocidad del ritmo de vida en general y ésta conlleva cambios para todos, pues el trabajo se convierte en una excepción y la recreación en una pesada obligación.

Bajo este estado alterado del funcionamiento de las cosas, los que deben mantener sus labores, pueden ver reducida la afluencia del trabajo debido a que el resto de la cadena está interrumpida, siendo la excepción los que resuelven eventualidades que no paran como la atención médica, funeraria o desastres, los proveedores de servicios indispensables como la limpia, el transporte, la luz, el gas, el agua y la venta de productos básicos y hay quienes incluso trabajan más como aquellos que se dedican a recibir y atender al batallón de desocupados en hoteles, restaurantes y centros de entretenimiento.

Existe también el otro lado de la moneda, los que por cualquier motivo normalmente se encuentran desocupados, como los niños pequeños, desempleados, enfermos y jubilados cuya rutina al margen del resto se transforma en una nueva integración que incluye mayor compañía y actividad. Dedicarles tiempo a estas personas puede ser un muy buen plan vacacional.

Finalmente están quienes no disfrutan del descanso aunque lo tengan y que añoran regresar a la normalidad ,ya sea que ésta les agrade mucho más que el lento correr de los días de asueto o que tengan un asunto urgente que resolver, ellos serian en el tren del inicio los que nunca se bajan y presionan al resto para que vuelvan pronto y al maquinista para que arranque de nuevo, para ellos solo me queda decirles que disfruten del viaje, del paisaje y de la compañía, pues lo más importante no siempre es el destino, sino el camino.