Candil de la Calle

Un año sin Rubén.

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Los periodistas veracruzanos acaban de perder, víctima de homicidio intencional, al colega Pedro Tamayo. A mitad del año, es el octavo periodista asesinado.

En la penosa tarea de actualizar los datos de las pérdidas en el gremio van sentimientos encontrados: no quisiéramos estar contando estas historias, ni las historias de desaparecidos, de secuestrados, de víctimas inocentes de los “fuegos cruzados” y muchas más en ese tono sombrío de la realidad nacional.

rubén-espinosa Pero resulta que no queremos olvidarnos, ni que se olviden, porque, tal como ocurre con un familiar o un amigo víctima de asesinato, a varios de estos colegas los conocimos, los leímos, quizás los tuvimos de amigos en redes, los encontramos en algún curso o taller. O fueron nuestros compañeros o nuestros amigos, por muchos años o por un corto tiempo.

Y entonces queremos saber, nos dolemos por su muerte violenta, exigimos justicia y los recordamos.

En Veracruz, donde el gremio periodístico ha sido particularmente castigado y de manera también muy específica, durante el sexenio del gobernador priista Javier Duarte de Ochoa, colegas y amigos del foto reportero Rubén Espinosa Becerril se han organizado para hacer un memorial, uno de los varios que se harán en todo el país por estos días, al cumplirse un año de su asesinato.

El 31 de julio, Rubén, Nadia Vera (activista también en Veracruz), Alejandra Negrete (trabajadora doméstica), Yesenia Quiroz (estilista) y Mile Virginia Martín (modelo) se encontraban en un departamento de la colonia Narvarte cuando fueron sorprendidos, torturados y asesinados de un disparo en la cabeza.

No hay que olvidar que Rubén había recibido amenazas que lo obligaron a salir de Veracruz unas semanas atrás, y así lo había referido en distintos programas y entrevistas apenas unos días antes de su asesinato.

Rubén dejó en Veracruz una huella, no sólo por su trabajo como fotógrafo, sino por la documentación de movimientos sociales y por su intenso activismo ante las agresiones a los periodistas, los asesinatos y las desapariciones que han –literalmente- masacrado a los informadores que laboran en ese estado.

Rubén encabezó marchas, denunció amenazas, organizó plantones, colocó varias veces la placa que nombró “Plaza Regina Martínez” a  la explanada ubicada frente al Palacio de Gobierno, en honor a la reportera de Proceso asesinada en abril del 2012; hizo pancartas, colgó mantas de protesta y dejó cientos de imágenes que reflejaron esos momentos que, hasta ahora, no han cesado de repetirse.

“Un año sin Rubén” reúne a fotógrafos, camarógrafos, reporteros, corresponsales, activistas, en torno al recuerdo de Rubén, su ausencia y su presencia, ambas igual de intensas.

A manera de memorial, amigos y compañeros de Rubén desgranan sus recuerdos, pero también mantienen la mira puesta en estos cinco asesinatos de la Narvarte no resueltos, con versiones inverosímiles y llenas de filtraciones malintencionadas por parte de la Procuraduría de justicia de la Ciudad de México y del gobierno de Miguel Ángel Mancera, que como jefe de gobierno ha solapado una investigación amañada y a las lenguas viperinas oficiales en su intento por descalificar a las víctimas.

A mí me bastaron un par de días de convivencia con Rubén, para tener certezas sobre su verticalidad, su pasión por la fotografía y su solidaridad con los más vulnerables.

A #UnAñoSinRubén, recién el asesinato de Pedro Tamayo, no nos queda de otra: contar la historia, recordar al cuate, unirnos a quienes reclamaron y siguen reclamando que no se haya capturado a sus asesinos.

No olvidar.