El Laberinto

El extraño caso del aparecido billete.

Compartir

Si la quincena les parece larga, no se imaginan lo eterno que puede llegar a ser un mes sin cobrar. Lo digo para ponerlos en contexto sobre la de préstamos que tuve que pedir y la de pequeñas economías que tuve que hacer para llegar con algo de dignidad al día treinta.

hqdefaultYa con mi pago en el banco, después de comer una semana entera taquitos de canasta de cuatro pesos, removiendo un cajón encontré un billete enrollado, escondido en algún momento previsor que hasta la fecha no puedo recordar con claridad  y muriéndose de risa de mis angustias.

Lo bueno de todo este drama de mala administración doméstica, es que si bien no llegó cuando lo necesitaba ansiosamente, por lo menos me hizo reflexionar para este laberinto.

Primero es que, tal vez, muchas veces nos volcamos a pedir ayuda en el exterior sin voltear a ver con claridad cuáles son nuestras potencialidades, las opciones y  reservas con las que contamos. La solución a muchos de los problemas y necesidades cotidianas, o por lo menos una parte de ella, se puede encontrar frente a nuestras casas, en nuestro interior o en un cajón.

Como segunda idea, la prevención no sirve de absolutamente nada si no la tenemos presente, como hacer un plan contra incendios que nadie conoce, poner una salida de emergencia en un punto ciego o esconder tan bien un billete que nos olvidemos de su existencia. Prevenir y olvidar no evita absolutamente nada y es un esfuerzo totalmente estéril.

Por último y más amable: qué grato es lo inesperado si viene acompañado de un signo positivo. Cuando lo bueno llega por sorpresa, mientras estamos ocupados en otras cosas, a esas alturas ya no vale la pena lamentarse por el pasado o enojarnos porque no pasó cuando lo esperábamos; no podemos estar atenidos a que nos sacaremos la lotería y mucho menos quejarnos de que no nos la sacamos a tiempo.