Histomagia

Extraña visita.

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Hoy la ciudad se vistió de lluvia, Guanajuato es realmente hermoso cuando llueve: los riachuelos que se forman entre los cerros son un espectáculo cantarino que rebela la riqueza natural de nuestra tierra. Sin embargo, no siempre ha sido así. Ha habido veces en que la sequía nos llega de repente y sorprende a todos con unos cerros descoloridos que extrañan el fulgor del agua en sus aparejos. También es evidente que esta sequía trae, como dicen los que saben, el viento seco de la desgracia.

Edgar, un alumno mío, me cuenta cómo es que hace algunos años, de visita en casa de su abuelo, sería testigo de un hecho, hasta ahora, increíble para él y para todos los que escuchamos este relato.

images (5)Me narra que cuando era más pequeño, una noche, su familia se preparó para salir a una fiesta, él cansado de un día ajetreado de andar jugando, les dice a sus padres que no quiere ir, que lo dejen en casa. Sus progenitores le dicen que está bien, que no vaya, pero que como a su abuelo no lo llevarán porque tampoco quiere asistir, que se quedará en casa de él cuidándolo y haciéndole compañía. Edgar, a regañadientes accede, y se va a casa de su abuelo.

Su abuelo es un anciano de 70 y pico de años, está recluido en una silla de ruedas, dada su edad, por lo que a Edgar, se le hace fácil dejarlo en su recámara, mientras él se va a ver televisión en la sala. Ya dormitando y arrellanado en el sillón, se encuentra tan plácido que lo sobresalta el toquido audaz a la puerta. Modorro, con pesadez, revisa en su teléfono la hora: las once de la noche…mientras, los toquidos no cesan, él se levanta y, en su irresponsabilidad de niño, va y abre la puerta. Ahí, en el primer escalón, está un anciano que viene de visita a ver a su abuelo. Edgar sólo atina a decir que ya es muy tarde y seguro está dormido. El hombre insiste en verlo porque necesita algo que le prestó, mi alumno le dice que no puede despertar a su abuelo, que si quiere que pase y tome lo que es de él. El anciano, disgustado, pasa y toma una escobetilla de esas que se usaban para limpiar la pipa de las armas y sale rápidamente sin decir buenas noches o gracias. Edgar, regresa a su sillón, y en la duermevela se recrimina el haber sido irresponsable y abrirle la puerta a un perfecto extraño…repasa in mente la extraña visita: el hombre con texana por la noche…el hombre que se movía dificultosamente…el anciano que hablaba tan trabado como si no pudiera articular bien…como si su lengua no le respondiera, como si… y se quedó profundamente dormido.

A la mañana siguiente, sus padres van a casa de su abuelo a ver cómo están las cosas. Todo bien, Edgar, no les cuenta lo sucedido porque evidentemente lo iban a regañar, qué es eso de andar abriéndole la puerta a un extraño a las once de la noche. A quien sí le dijo es a su abuelo que Don Luis había ido a recoger la escobetilla. Su abuelo, le pregunta extrañado: ¿quién? Y él le dice que un tal Don Luis.

146273799818A los días, su abuela va a su casa a verlo a él para preguntarle sobre la extraña visita. Edgar relata con detalle lo que pasó, y ahora sí cuenta lo que recuerda: el cómo los movimientos de Don Luis eran acortados, su voz difícil de articular y el temblor de la misma que daba idea de ser de ultratumba…en eso está diciendo esto cuando su abuela entristecida y horrorizada a la vez, le dice que es imposible que Don Luis haya ido a visitar al abuelo, porque simplemente Don Luis ya está muerto. Edgar no lo cree, pues insiste en que él lo vio, de hecho recuerda que le dio la mano cuando llegó y no estaba frío ni nada, se sentía como cualquier persona VIVA. Es en este momento en que escucha narrar a su abuela la historia de la muerte de Don Luis, que Edgar se queda horrorizado y dimensiona la experiencia vivida, la abuela le cuenta: “Edgar, Don Luis, murió hace tres semanas cerca de la parcela que tenía, cayó a una cuenca de río vacía por la sequía, se rompió las costillas, murió a causa de sus lesiones y de que no lo encontraron a tiempo. Quienes lo buscaron y hallaron, fueron sus trabajadores el día de paga. Vivía solo. Murió solo”. Edgar sólo atina a decir: “ahora sé por qué hablaba de esa manera tan extraña, no podía articular porque sus pulmones estaban perforados…y llevaba semanas de muerto, la putrefacción, no sé, no sé”. Y se tapó la cara en el colmo del horror.

Hasta la fecha, Edgar no puede creer que eso le haya pasado a él. Siempre había oído hablar de este tipo de experiencias paranormales, pero nunca esperó le pasara a él, él siendo un niño solo en casa de su familiar, donde se supone está protegido. Edgar quiere contarte su historia ¿quieres vivirla también tú? Ven, lee y anda Guanajuato.