Una Colorada(vale más que cien Descoloridas)

Desproporción

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El porqué de la ambición desmedida de los funcionarios públicos con licitaciones millonarias y la respuesta benevolente de los ciudadanos que estas fechas ameritan para celebrar en verdadera paz y amor.

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Si algo se ha disparado en esta sociedad de consumo con ofertas ilimitadas de productos casi en su totalidad perecederos –no sólo lo que come, también lo que viste, usa en su casa o utiliza para moverse- es justamente la ambición, condenada por los pueblos, los santos y hasta por Dios mismo[1].  La historia relata casos verdaderamente desastrosos cuando la ambición de una persona o un grupo de éstas, se adereza con el orgullo, la codicia desmedida y peor aun la crueldad. ¿Qué tanto ambiciona el servidor público cuando espera recibir hasta el 70% de un contratista comprometido a construir una carretera, una extensión del metro y hasta un aeropuerto?

Obras supervisadas en la zona sur Especial DestacadoEn la cadena de contratistas y subcontratistas privados, las cosas no son mejores. Para diluir las exorbitantes cifras que por cumplir tales porcentajes deben disfrazar, el más pudiente –no solo de liquidez sino de amistad con quien decide- busca sub-contratar, con proyectistas, constructoras, instaladores, etc. a los que aprieta en los precios, en los plazos y la triangulación, siendo “normal” que a la vuelta de un par de años a estos últimos en la cadena no se les pague y de plano quiebren. ¿Cuanto tiempo pasará para que estos súperempresarios de la corrupción, reciban cual golpe de boomerang lo mismo que han sembrado?

Cuando la ambición no conoce límites, tarde que temprano viene el castigo. Quizá uno de los mejores ejemplos es el relato de los descendientes de Noé, quienes olvidando como es que habían sido salvados, piensan en cocer ladrillos –en vez de usar las piedras de la tierra- para construir una ciudad y una torre, que les salvaguardara de cualquier tipo de juicio divino. A lo largo de mi vida me ha tocado conocer personas que en la ensoñación de una gratuita oportunidad, casi siempre política, han comprometido hasta su alma al diablo pues a final del día o mueren de angustia o se ven forzados a devolver -a los sinvergüenzas con los que tranzaron su efímera riqueza- más de lo que habían recibido. ¿Para que sirven 5 casas en Miami, millones de pesos congelados en Suiza o las islas Caimán o una cuadrilla de autos de lujo que son confiscados? ¿Cuántos podemos pedir no tener tanto como para olvidarnos de quien a diario nos bendice, ni tan poco como para reclamarle un trato injusto?

Un ex director de la facultad de derecho que me distinguió con sus pláticas y sabiduría de viejo, me repetía “no me hace falta nada, he visto el mundo, he sido reconocido en mi trabajo, tengo una esposa que me ama, unos hijos que me respetan y me queda claro que nunca podré ponerme dos trajes a la vez, ni habitar dos casas al mismo tiempo”

Parece maldición, pero todo lo que está de más termina por pudrirse, como el maná que en el desierto era provisto cada día para un sustento que además estaba calculado en aproximadamente tres litros por cabeza. Si algún peregrino liderado por Moisés, decidía recoger de más –por flojera de trabajar al otro día o para tener más que los otros- lo que ocurría era la proliferación de gusanos. Hoy si te sobra, te lo roban, lo pierdes, te envidian y hasta te matan, no los gusanos sino el colesterol, los triglicéridos y las amibas.

La desproporción del tener no sólo se manifiesta en pedir hasta el 70% de una comisión, sino en la sorpresa ante la reacción de un individuo que en congruencia con su manera de ser, declina la posibilidad de la fama, evita los reflectores y con humildad recoge el monto del premio ganado para usarlo con sabiduría y vocación de servicio. ¿Estarías dispuesto a declinar la posibilidad de que tus hijos asistan a una escuela privada y para compensar pasarías más tiempo con ellos y coadyuvarías a su educación académica?

Hoy los presupuesto públicos nos dan cifras inconcebibles, de billones de pesos, dólares o euros y por más que se incrementen, las condiciones de necesidad de los muchos no son resueltas ¿Quién podría tener las suficientes agallas no sólo para respirar en un mar de inmundicia conductual sino para tomar medidas que, aun saliéndose de lo dictado por los ambiciosos, codiciosos y crueles, permitan condiciones de vida mejores para muchos más?

2_navidad_museos  Foto: Museos de México)Aun con la música de ángeles y pastores de este mes, los ambiciosos aspiran a llevarnos a destinos tan efímeros y nada satisfactorios como el de los humanos confundidos[2] de hace miles de años. Llenamos arbolitos con nuevas esferas, al pie de ellos colocamos decenas de regalos que quizá el obsequiado no requiere, preparamos el botiquín con lo necesario para contrarrestar los excesos en la comida y la bebida, y hasta haremos listas de buenos propósitos para el próximo año, pero salvo honrosas excepciones no somos capaces de dejar de ambicionar lo que el otro tiene.

Por supuesto no se trata de llevar al lumpen a la humanidad; se vale tener lo suficiente para que la vida sea de satisfacción y gozo, pero no creceremos como personas si nuestro dios es el poderoso don dinero y todo lo que éste supuestamente compra.

Regala a tus seres queridos una caminata, una charla de amigos, un tiempo de lectura y reflexión conjunta, un abrazo o un beso sincero y hasta una llamada telefónica sólo para saber que está bien. Al ambicioso y corrupto que conoces regálale una oración y un buen pensamiento, así celebraras una verdadera Navidad de paz y buena voluntad.

[1] “¡Hay de los que juntan casa a casa y añaden heredad a heredad hasta ocuparlo todo! Isaías 5:8, profeta mencionado en la Biblia
[2] Babel, significa confusión.