Ecos de Mi Onda

En el entorno del Sargento Pimienta

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Del mundo mágico de la música en los años 70´s y la influencia de los Beatles.

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So may I introduce to you / The act you’ve known for all these years / Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band

Lennon & McCartney

En 1967 coexistían dos visiones aparentemente disociadas con respecto al sentido de la vida. Por un lado la displicencia confortable de los jóvenes regocijados con el retorno espontáneo hacia una convivencia íntima con la naturaleza, bailando alrededor del amor y la paz, en el mundo florido de la música subyugante frecuentemente  ligada a las formas creativas inducidas por las drogas alucinógenas, en particular el LSD, que en el Monterey International Pop Music Festival, celebrado en ese mismo año, circuló discrecionalmente bajo el influjo de las notas musicales de Hendrix, Janis Joplin, The Who, Canned Heat y Grateful Dead, entre otros artistas notables del momento. Scott McKenzie  hacía vibrar con su éxito trascendental San Francisco (Be Sure to Wear Flowers in Your Hair)Si vas a San Francisco adorna con flores tu pelo y en sus calles conocerás a gente gentil y pacífica con la que compartirás un verano de amor. Es la gente de toda una nación que siente una extraña vibración, el movimiento que impulsa un nuevo estilo de vida. Era la idea cautivadora de los hippies, amor libre, erradicación de todo tipo de racismo y violencia, responder con flores a las balas de los fusiles, retorno a la naturaleza en fraternidad amorosa y pacífica, apuntalada por poesía, flores, música y drogas evasivas, rebelándose ante el mundo real convulsionado por la violencia de la guerra fría y las injusticias sociales, situación muy concreta para la juventud estadounidense con la guerra de Vietnam.

Por otra parte, una fracción también significativa de jóvenes hacían suya la causa de cambios radicales revolucionarios, ante el hartazgo del sistema capitalista salvaje e inhumano imperante, que atropellaba a buena parte del mundo, con la presión del hábito de consumo irracional sobre la masa de empleados y obreros mal pagados, abriendo brechas económicas abismales entre los estratos burgueses y proletariados, enajenados por la información manipulada de los medios y su publicidad aparentemente ingenua, como lo expresaban los Rolling Stones desde 1965 con Satisfaction – Cuando conduzco mi auto y ese individuo me habla por la radio una y otra vez ofreciéndome información inútil que pretende encender mi imaginación. Así, aunque trato de intentarlo no consigo (I can´t get no) satisfacción. Esta postura desembocó en los eventos del Mayo Francés en 1968, con las huelgas y marchas de protesta de los estudiantes parisinos, que se extendieron hacia el gremio obrero inconforme por la falta de empleo y las precarias condiciones laborales, situación provocada por antecedentes desgastantes, como las guerras anticolonialistas en Indochina y Argelia, finalmente independizadas de Francia, así como la expansión por toda Europa de las corrientes ideológicas marxista–comunistas.

Esta dicotomía entre la visión utópica hippie y la actitud transgresora revolucionaria de los estudiantes franceses inconformes, en ambos caso tratando de trascender la complejidad en las condiciones sociales de desequilibrio provocadas por el agresivo sistema capitalista, en contraste con las aparentes bondades del marxismo–leninismo, fue magistralmente tratada en la canción de Jagger–Richards, Street Fighting Man, que por un lado subestima: ¿Qué puede hacer un pobre chavo además de cantar en una banda de rock´n roll? En el adormilado Londres no hay lugar para un peleador callejero; pero por otra señala: Es el momento ideal para una revolución en palacio, y en la última estrofa amenaza: Mi nombre es Disturbio, mataré al rey y someteré a todos sus sirvientes.

En esta época del pasado reciente se dieron las condiciones para la manifestación romántica del enorme potencial de la juventud y su transformación en cambios sustantivos. Fue peculiar que todo tipo de manifestaciones juveniles estuviera enmarcado en expresiones musicales de extraordinaria calidad y creatividad, así como fue notorio el esfuerzo exitoso aplicado por el sistema imperante para apagarlas y disolverlas hacia el final del siglo XX, ante el temor del desencadenamiento de su fuerza revolucionaria.

¿Qué podía hacer la ingenua juventud preparatoriana en los espacios provincianos de León en 1967? Los dos diarios y los noticieros de radio y televisión amortiguaban todos los ánimos contestatarios, era sólo rebeldía inoculada por ideologías extranjeras. Entonces, no nos quedaba más que emocionarnos con la inauguración del Estadio León, que en el D.F. les dio por llamar Nou Camp, en la que el Santos de Brasil le ganó al River Plate, y fue ni más ni menos que Pelé, el primer anotador oficial. Con los cuates platicábamos sobre la negativa de Cassius Clay para pelear en Vietnam, del amor libre de los hippies, de la guerra de Vietnam que traía de cabeza a los gringos, que todo marchaba sobre ruedas para las olimpiadas de México 68. Nos enterábamos del primer trasplante de corazón en Sudáfrica por el Dr. Barnard, vimos El Graduado, Los Caifanes, Casino Royal; leímos sobre la Guerra de los Seis Días, los efectos teratogénicos de la talidomida; disfrutamos del sexto lugar de Pedro Rodríguez en el gran Premio de México. Pero no nos enterábamos de los brotes subversivos que surgían en el país bajo el régimen despótico de Díaz Ordaz, que luego nos explotaron en la cara, robándole la inocencia a toda la nación con la brutal matanza de Tlatelolco al año siguiente.

En ese entorno mundial contrastante fue como de pronto apareció como estallido de fuegos artificiales, el álbum Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band de los Beatles, novedoso en múltiples aspectos, alucinante, excitante, envolvente, instrumental, barroco, conceptual, festivo, romántico, filarmónico, armónico, rítmico, espiritual, técnico, experimental, fantasía imponente. Los Beatles instalados en el Olimpo mitológico del reino de la música, los gurús orientando hacia el Nirvana polifónico.

La exaltación comenzaba desde la portada estrafalaria diseñada por Peter Blake, con el acomodo en un ensamble unificador de los personajes admirados por los genios de Liverpool, desde Carl Jung, Aldous Huxley, Allan Poe, Lewis Carrol, Oscar Wilde, Dylan Thomas, Carl Marx, hasta Sonny Liston, Johnny Weissmuller, Fred Astaire, Marlon Brando, Stan Laurel, Oliver Hardy, Tony Curtis, Shirley Temple o Marilyn Monroe, entre otras famosas celebridades que en conjunto sumaban 61, incluyendo a los cuatro Beatles en figuras de cera, además de John, Paul, George y Ringo al frente, ataviados con los uniformes coloridos de la Banda del Sargento Pimienta. Para beneplácito nacional corrió la leyenda (no fehaciente) de que Ringo invitó a Tin Tan a aparecer en la portada, pero que por alguna razón desconocida finalmente se excusó y envió en correspondencia a la gentil invitación, un árbol de la vida de Metepec ¿Sería verdad?

El disco de vinilo girando a 33 rpm ofrecía de pronto al paso de la aguja por los negros surcos, el sonido estereofónico de toda una serie de piruetas orquestales de temas vibrantes y letras sugestivas, la irrupción del clímax del pop art y de la psicodelia. Abre la tanda el Sgto. Pimienta (McCartney) presentando a la banda y al concluir la apertura anuncia a Billy Shears (Ringo), quien con la pequeña ayuda de sus amigos entona una canción que habla de que todos necesitamos a alguien, amar a alguien. Enseguida la voz metálica de John narra las visiones surrealistas y psicodélicas de Lucy in the Sky with Diamonds. A continuación Paul interpreta Getting Better, Fixing a Hole y She´s Leaving Home, con reflexiones íntimas y la historia de una chica que se fuga del hogar, dejando a los padres pensando en lo que hicieron mal para que su niña se fuera. Al final del lado A, Lennon interpreta Being for the Benefit of Mr. Kite, compleja melodía que evoca una especie de espíritu circense e imágenes sónicas de un día de feria.

En el lado B, George participa con Within You Without You, meditación de cadencia hinduista sobre causas–efectos en la conducta humana (original y subyugante fusión Harrisoniana)… hablamos sobre el espacio entre nosotros y acerca de la gente que se esconde tras un muro de ilusión para nunca distinguir la verdad y después, al morir, ya es demasiado tarde. Paul, entonces de 25 años, veía muy lejos cumplir 64, When I´m Sixty Four, pero se imagina algo viejo y con menos pelo en una relación matrimonial que no ha perdido el romanticismo, danzando al ritmo de los clarinetes de las grandes bandas. Continúa con Lovely Rita, melodía en la que Paul se siente atraído por una agente de tránsito que lo infracciona por mal estacionar su auto. John prosigue con Good Morning Good Morning, ruidoso despertar a la cotidianidad de un nuevo día, canción que se enlaza con un reprise de Sgt. Peppers´s Lonely Hearts Club Band.  El lado B finaliza con el platillo fuerte, la ahora célebre pieza A day in the Life, que con la pequeña ayuda del amigo George Martin, la letra enigmática y la voz filtrada de Lennon fueron  envueltas en un arreglo orquestal impresionante, con un crescendo sinfónico que le concede plenamente el nivel de clásico.

Toda celebración requiere de un brindis con el dulce vino del recuerdo y en este caso referido ni más ni menos que al cincuenta aniversario del octavo disco de estudio del grupo The Beatles, Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, que salió a la venta en el mes de junio de 1967 tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos. Sí, este aclamado álbum cumple cincuenta dorados años de edad y sigue gozando de cabal salud.

Ante las circunstancias del momento histórico actual, se extraña la genialidad creativa de la música de finales de los años sesenta, abordando los temas sustanciales del entorno social de manera crítica, aguda e inteligente, como una compañía que impulsaba de manera emotiva las causas nobles, justificando la rebeldía ante la violencia y las injusticias, o sencillamente alegrando el camino de la vida, o provocando el acercamiento de los corazones solitarios al punto de poder acariciarse.