Ecos de Mi Onda

All We Need Is Love

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All We Need Is LOve, recordando la memorable primera transmisión de televisión a nivel mundial, el 25 de junio de 1967, en lo que fue el alarde tecnológico de los medios de comunicación en ese entonces. El programa de 125 minutos, que fue llamado Our World, finalizó con el estreno de la canción de The Beatles «All You Need Is Love», que de inmediato se constituyó en un símbolo generacional.

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El problema más grande de la comunicación es la ilusión de que ha tenido lugar.

George Bernard Shaw

La palabra comunicación procede del latín y significa compartir algo y nos representa un proceso mediante el cual los seres vivos pueden compartir información vital para subsistir en un entorno particular, actuando en algunas ocasiones como emisores de lo que de manera general se puede denominar señales orales o gesticulares, que transportan un mensaje que el receptor debe saber decodificar e interpretar correctamente para que funcione y se logren los propósitos del proceso, una concepción semiótica. En la comunicación humana este proceso se da entre dos o más individuos dispuestos de manera consciente a intercambiar información, es decir, debe cumplirse un primer paso de tener la intención real de participar en la emisión–recepción, seguido de configurar un mensaje que resulte entendible, haciendo uso de los recursos disponibles tanto para presentarlo por parte del emisor, como para recibirlo, decodificarlo e interpretarlo justamente por el o los receptores.

Esto es lo que tratamos de hacer todos los días desde que nos despertamos al nuevo día, con el fin de sobrevivir dignamente buscando la posibilidad de contar con salud, alojamiento, alimento, un trabajo bien remunerado, relaciones sociales cálidas, y la realización de nuestros anhelos y esperanzas de bienestar en un mundo exigente, en el que la competencia por lograrlo algunas veces se torna feroz e incluso hasta violenta, pero que contando con las herramientas de la comunicación es posible lograr entendimientos configurados a través del diálogo inteligentemente responsable, para mantener operando acuerdos y acciones de conciliación, reconciliación, tolerancia y respeto a nuestros derechos y los de nuestros semejantes.

Para todos los que nacimos hacia la mitad del siglo XX, el devenir de la existencia nos ha asombrado con la aparición de sistemas tecnológicos de comunicación cada vez más sofisticados y complejos. Desde la primaria nos enseñaban a redactar cartas, definiendo con claridad al remitente y al destinatario, doblar correctamente las hojas para introducir la carta en el sobre y llevarla al edificio de correos de la ciudad, comprar las estampillas postales, decidir si se iba vía terrestre o vía aérea (estampillas más caras, pero se suponía que llegaban con mayor rapidez) y depositarla en el buzón. La espera de la carta respuesta era, especialmente cuando se trataba de un asunto romántico, un asunto de cierta angustia y hay canciones que así lo ilustran, como Please Mr. Postman, interpretada originalmente por The Marvelettes en 1961, pero que yo escuché por primera vez con The Beatles, en la voz de John Lennon, que en su parte más dramática para el caso, expresaba como lamento: So many days you past me by, see the tears standing in my eyes. You didn’t stop to make me feel better, by leaving me a card or letter. Mister Postman, look and see, is there a letter in your bag for me, I’ve been waiting such a long long time, since I heard from that girl of mine…  Pero también se escuchaba en español un exitazo del grupo Los Apson tratando el mismo tema: Todas estas noches, no pude dormir porque no he sabido más de ti. Pero de pronto veo venir, sí, es el cartero, que me trae nuevas de ti. De su maleta, sacará, esa carta que me hará feliz. Ahí en el buzón está mi corazón, porque llegó el cartero… Sí, la cuestión de las cartas era un asunto muy, muy serio.

Existía también el telégrafo para mensajes cortos que llegaban al destinatario con la mayor prontitud posible en ese entonces y había que tener astucia para armarlos, pues si se excedía un número base de palabras el costo se incrementaba. No todo mundo tenía teléfono en su casa, no había teléfonos móviles, y las llamadas de larga distancia se hacían a través de una operadora que realizaba las conexiones con el exterior y quienes no teníamos teléfono en nuestros hogares solicitábamos permiso para utilizar los teléfonos de las tienditas y para las largas distancias hacíamos uso de las cabinas establecidas como negocio en distintos puntos de la ciudad.

Las noticias las leíamos en los periódicos de la ciudad y hasta después del mediodía llegaban los diarios de la ciudad de México con más detalles de las notas importantes. El radio era maravilloso y los buenos locutores conectaban con la gente haciendo la presentación de las novedades musicales, ofreciendo datos sobre los músicos y el contexto de las temáticas en boga, que tocaban desde ondas psicodélicas hasta protestas juveniles (del extranjero, pues si un compositor nacional se quejaba le cortaban de inmediato el cordón del micrófono y en algunas ocasiones algo más), sin olvidar los temas románticos que nunca han dejado de pasar de moda y que siendo jóvenes nos ilusionaba con conocer a la pareja que se convirtiera en nuestra media naranja para completar una sola entre los dos, con frase amelcochadas en inglés como Oh please say to me you’ll let me be your man, and please say to me
you’ll let me hold your hand
y en español como Cuanto tiempo hemos perdido, sin habernos comprendido, yo no sé qué voy a hacer, si alguna vez, te alejas de mí… 

Sin embargo, con la edad se iba perdiendo la inocencia y ya jóvenes nos percatábamos de que algo sucedía en los espacios noticiosos de la radio, la televisión, el cine, los periódicos. La información ofrecida por los medios de comunicación masiva, particularmente tratándose de política, gobierno y desarrollo social, resultaba parcial y parecía tratar de influir en la opinión de los ciudadanos comunes y corrientes, insistiendo en que todo marchaba muy bien, lo que sin embargo, nos apartaba del concepto real de comunicación y abortaba el diálogo, con un emisor que incluía en su mensaje una interpretación inducida que le correspondía decodificar al receptor. Se trataba pues de una especie de ruido en la línea base que no permitía analizar los datos objetivos y que ante la dificultad de no contar con referencias convenientes, el receptor prefería entonces apoyarse en la supuesta seriedad y profesionalismo de los emisores (informadores) de mayor prestigio de la época.

Dentro de los avances tecnológicos importantes, el 25 de junio de 1967 se llevó a cabo la primera transmisión mundial por televisión, con el programa Our World, que fue sintonizado por alrededor de 400 millones de televidentes de 26 países, entre los que se encontraba México. Tuve la fortuna de ver esa transmisión en el canal 2 de lo que entonces se llamaba Telesistema Mexicano, con un Pedro Ferriz, que hizo la presentación de escenas en el Hospital de Maternidad No. 3 del IMSS, donde una mujer daba a luz un bebé al que, según comentó Ferriz, los padres le iban a dar el nombre de Edmundo, o sea Mundo en diminutivo, en homenaje al programa Our World. A continuación, León Michel presentó la sección llamada Un Canto de México, que inició con el Ballet Folclórico de México bailando con emoción desbordada el Son de La Negra en la Plaza de las Tres Culturas, luego Tony Aguilar cantó Allá en el Rancho Grande con escenas de fondo en Xochimilco y Flor Silvestre interpretó Como México No Hay Dos, gallardamente dispuesta bajo el Ángel de la Independencia y presumiéndole al mundo el Paseo de la Reforma, con su aspecto urbano de modernidad, sello del desarrollo imparable que trataba de mostrar el gobierno mexicano. La transmisión cerró nuevamente con el Ballet Folclórico, bailando un son jarocho en pleno zócalo de la ciudad de México.

Esta transmisión fue posible gracias al famoso satélite Intelsat I, al que se le llamó El Pájaro Madrugador (Early Bird), puesto en órbita en 1965 y que fue el primero en intercomunicar a Europa y Norteamérica casi de manera inmediata, con transmisiones de teléfono, fax, telégrafo y televisión. Un pequeño recipiente de sistemas electrónicos de aproximadamente 35 kg de peso y el volumen de un tonel de 250 litros. Se destacaba sin duda que el programa Our World, con un tiempo previsto de 125 minutos de emisión, cerraba con la presentación en vivo de The Beatles, estrenando una canción a nivel mundial. Paul McCartney entrevistado comentó al respecto que teniendo en mente que serían observados por gente de todo el planeta al mismo tiempo, lo indicado era enviar un mensaje de amor a toda la humanidad, lo cual fue muy bien captado por John Lennon, quien compuso de manera especial para este programa la canción All You Need Is Love, la cual se convirtió de inmediato en uno de los símbolos de la época, iniciando con los poderosos compases del himno francés La Marsellesa y siguiendo con un mensaje sencillo de aliento a dar preferencia al amor compartido para construir: No hay nada que puedas hacer que no pueda ser hecho, nada que puedas cantar que no pueda ser cantado, nada que puedas salvar que no pueda ser salvado, nada que puedas conocer y no pueda ser conocido, nada que puedas ver y no pueda ser visto, nada que no puedas intentar, pues es fácil si aprendes las reglas del juego, es fácil y todo lo que necesitas es AMOR.

Ya son 50 años desde aquella transmisión mundial que fue considerada prodigiosa. Hoy el mundo está permanentemente unido y existe tal desarrollo tecnológico que podemos conversar normalmente, viéndonos a la cara, con todo tipo de personas al otro lado del planeta. Así pues, podemos considerarnos unidos (All together, como decía Lennon), pero en el balance de los hechos debemos ser autocríticos y reflexionar seriamente sobre el estado de la situación actual, y sin afán de ser pesimistas, frenar de alguna manera a las facciones poderosas interesadas en actuar como emisores de la manipulación en afán de salvaguardar sus propios intereses y de incrementar el poder de sus decisiones en todos los ámbitos de la vida humana, rivalizando con aquellos receptores que aún luchan afanosamente por sacar a flote la libertad y el diálogo como vehículos para resolver los verdaderos problemas humanos, opacados por el sistema imperante de consumo, que requiere precisamente de la enajenación humana para subsistir.

No hay nada que quieras comunicar que no pueda ser comunicado, pero es necesario interesarnos por escuchar los mensajes con atención para reflexionar y llegar a conclusiones correctas, y para ello, todo lo que necesitamos es amor.