Guanajuato es una ciudad de dos calles largas y sinuosas, su subterránea y demás túneles dan movilidad de manera emergente, pues la subterránea, antaño, era un río que cruzaba lo que en ese entonces era pueblo, y los túneles fueron construidos por mineros que eso sí, de que le saben a su labor la saben, y si para uno que vive aquí y es un simple mortal ver, aunque sea un poquito las entrañas de la tierra es fascinante, no imagino para los turistas que en verdad creen y viven un Guanajuato mágico. Por ello, vivir en esta ciudad es, para quien tiene carro, un verdadero sufrimiento, a menos que viva en plena calle en el centro o en la panorámica, que es una larga ola de asfalto que recorre y enmarca entre los cerros este pueblo mágico. Muchos dejan sus autos en pensiones que son los estacionamientos de aquí, otros los meten hasta el fondo en el callejón si es del suficiente ancho, otros de plano lo dejan en la subterránea o calles de arriba y suben caminando hasta su casa en el callejón.
Toño fue representante de un grupo musical versátil en otros tiempos; me cuenta que para ellos en ese entonces era un verdadero suplicio encontrar lugar para estacionarse cuando iban a amenizar alguna fiesta o reunión, por ello cuando salían a carretera a otros municipios los chicos del grupo siempre aceleraban y festejaban la velocidad que no podían permitirse en las pocas calles y túneles en la ciudad. Esa noche fue cuando vivió una extraña experiencia que le dio pie a definitivamente renunciar a ese trabajo que era muy redituable, pero que hacía que casi no viera a su familia, sobre todo los fines de semana.
Venían de una tocada en la madrugada, casi llegando a Guanajuato, por la gasera, frente a un restaurante argentino que estaba en remodelación habían dejado unas piedras cerca del camino, sus compañeros venía bromeando en el camión con el: “mira manejo sin manos, mira sin luces”, conduciendo en zigzag. Al ver cómo jugueteaban, Toño les advirtió que dejaran de jugar, cuando voltea hacia la carretera y ve a otro auto que veía en su carril, pero que sus amigos habían invadido a esas horas de la madrugada, las 3:30 am para ser exactos. En segundos el choque era inminente, me dice Toño que su vida le pasó en un instante, su hija, su esposa, las vio como en una foto, sólo cerró los ojos y dejó a la suerte su propia vida. El conductor soltó el volante, en su resignación a la muerte. De pronto, una fuerza extraña giró el volante, y se impactaron con el montón de arena y piedras, logrando sobrevivir. Todos quedaron atónitos, mirándose unos a otros, tratando de explicarse lo sucedido, y llegando al pueblo, sin decir palabra alguna se dirigieron a sus casas. Toño llegó a la suya y su esposa e hija ya lo estaban esperando, angustiadas, porque de repente su mujer tuvo una sensación de vacío en su alma y desesperación. Él le preguntó que a qué horas había sentido ese temor, ella le dijo que a las 3:30 am, Toño sintió un terror al darse cuenta que fue el preciso instante en que casi pierden la vida. Desde ese momento él decidió no volver a viajar con ellos, y mejor, desde ese día, él manejaba su carro para poder llegar sano y salvo con su familia. Sabe que de una u otra manera siempre lo cuida alguien desde la distancia. Toño me contó también que cuando lo estaban enseñando a manejar en la comunidad del Xoconostle, ya cuando tomaba confianza, decidió meter el acelerador en una curva cuando escuchó una voz le dijo: “frénate, frénate, para en seco” y Toño, en plena curva, se frena de facto, el maestro de manejo le grita que acelere que si no causará un accidente, no había terminado de decir la frase a los gritos, cuando en ese instante un carro llegó girando en su eje de forma aparatosa. Ambos se quedaron helados de miedo, si él hubiera seguido manejando se hubieran impactado, pero ¿quién le habló y a su manera le advirtió del peligro? Hasta la fecha Toño le atribuye esos cuidados a su padre ya fallecido hace algunos años.
Es impactante saber que sí existe ese vínculo de amor con nuestros seres queridos, sentir angustia y desesperación por ellos en un momento de riesgo donde peligra su vida da fe del infinito afecto que les profesamos. Toño ya dejó esa vida de música y madrugadas, ahora sabe que lo mejor del mundo es vivir con tu familia, sin poner al límite su vida y tranquilidad, y sabe que su papá no lo deja solo y lo cuida desde el más allá. Ven, lee y anda Guanajuato.