Entre caminantes te veas

PISADAS EN SOLITARIO

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En su mundo de ilusión su  pareja –el ausente más reciente-, sentaría cabeza y vivirían lo que no habían vivido en más de 8 años de relación.

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Paulina estaba más que acostumbrada  a las ausencias, su vida entera, desde la infancia hasta la adultez había estado llena de nadie. Para suplir sus carencias realizaba mil actividades que ocupaban por entero sus espacios de ocio, y cuando no le quedaba más remedio que enfrentarse a su vacío inventaba fantasías que hacían más llevadera su mañana, porque el hoy era algo que simplemente, durante mucho tiempo, no tuvo estómago para enfrentar.

En su mundo de ilusión su  pareja –el ausente más reciente-, sentaría cabeza y vivirían lo que no habían vivido en más de 8 años de relación. Y era así como navegaba por la vida y soportaba las soledades sin darse cuenta de que ya no era el vacío lo que dolía sino la presencia insoportable del hombre cuando estaba. Porque su mundo irreal se contaminaba con sus gritos, su mal humor, sus quejas de todo y por nada. Así que comenzó a soñar no solamente cuando estaba sola sino también cuando no lo estaba.

El hueco que deja quien se empeña en no estar se hace más ancho y más profundo a medida que la ausencia se prolonga, a veces solo se forma una grieta que puede resanarse sin problemas, pero hay ocasiones en las que la inexistencia del otro llega a ser tan inmensa y profunda que ya no es posible pasar de un lado a otro y mucho menos rellenar la oquedad por más que intentemos engañarnos a nosotros mismos.

Entonces muere la esperanza de un puente que una lo que ha quedado separado, y no queda más remedio que volverse hacia uno mismo y nuevamente conectar con ese interior que habíamos silenciado para no escuchar lo que en el fondo ya se sabía.

Por su parte, el hombre en cuestión se vanagloriaba de tener una relación en la que él mandaba y decidía cuándo y cómo sin sacrificar su libertad. No era que no la amara, simplemente la comodidad de una relación unilateral era de lo más conveniente para su independencia. Porque en realidad la amaba, y mucho, pero ¿para qué hacer más de lo estrictamente necesario? ¿Para qué mostrarse vulnerable si podía dominar?

Aquella noche, llegó  –como siempre-, después de una ausencia de más de tres días. Metió la llave en una cerradura que no cedió, llamó con golpes sordos a una puerta que jamás se abrió y más tarde se sentó en el auto a llorar la ausencia de una mujer a la que nunca valoró.

Tantos silencios soportó Paulina, tantas noches oscuras y frías, tantas tardes de lluvia sentada en un rincón de la sala sin nadie a su lado…que finalmente terminó por encontrar la mejor compañía que tendría jamás: la de ella misma.

Detrás de cada caminante hay muchos otros caminantes guiándose por las huellas en el sendero. Pero no todos nacen para avanzar acompañados, hay algunos que prefieren andar en solitario, sin dejar rastro, como si nunca hubiesen nacido, como si fuera posible estar en este mundo sin haber existido… ¿Cómo puedes saber si hoy es el último día que estarás al lado de alguien?