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Estatuas

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Se cuenta que en el Panteón Santa Paula, algunas de las esculturas que resguardan los restos mortales de los que velan, se les ve acomodándose…

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Desde tiempos remotos, historias de que las estatuas hablan, murmuran, se mueven, lloran, giran su cabeza o torso, ven con miradas penetrantes que le hielan la sangre a cualquiera, son parte de la cultura, porque creer que las estatuas puedan cobrar vida es posiblemente uno de los temores escondidos que los seres humanos tienen; ellas inmóviles ven el pasar de los días y la cercanía de los humanos les hacen envidiar el que puedan moverse. Algunas personas creen, también que con las palabras adecuadas pueden tener a su voluntad estos seres que inmóviles esperan despertar, pues como se sabe, las palabras pueden ser poderosas porque su carga de significado va desde lo literal a lo mágico, y si lo que se desea se pide en forma de salmodia con tal ímpetu y fe, suele llegar a suceder.

Guanajuato es un lugar tan misteriosamente mágico que muchas de sus estatuas y esculturas que representan formas  humanas o antropomorfizadas han logrado ser vistas cobrando, si no vida, movimientos, miradas y gestos, incluso se les ha oído murmurar o hablar, ya sea en este idioma o en otros desconocidos.  Es claro que de manera racional se sabe que no es lógico; sin embargo, no podemos cerrarnos a los testimonios y voces que de primera mano dan certeza de que este fenómeno existe.

Se cuenta que en el Panteón Santa Paula, algunas de las esculturas que resguardan los restos mortales de los que velan, se les ve acomodándose, poniéndose en una posición más cómoda pero cuidan de que sea imperceptible, es decir, de a poco van girando su cabeza, torso, o se van recorriendo de su lugar, ya sea si están sentadas o de pie. Una persona que trabajaba en ese cementerio, me ha contado que él ha visto estos sucesos y no sólo una vez, me dice que con mucha frecuencia esto pasa y se acentúa con las visitas que los familiares hacen a las tumbas de sus muertos. Me relata que la primera vez que fue testigo de un hecho así, estaba ayudando a una señora que no podía llevar su cubeta de agua para limpiar un poco el sepulcro y poner las nuevas flores; mientras él iba por el agua, ella se quedó hablándole a su pariente difunto en tanto remozaba el lugar. El enterrador la estaba viendo a poca distancia y, de repente, fijó sus ojos en el ángel que resguardaba esa tumba, extrañado con un miedo indescriptible vio cómo esta escultura antigua movió su pesada cabeza hacia la señora para mirarla con infinita compasión. Él se quedó inmóvil, por segundos pensó que eran imaginaciones suyas, pero en el instante en que súbitamente la señora lo llamó para que le llevara el agua, ese ángel le echó a él una mirada tan enfurecida, frunció el ceño y entrecerró los ojos, y de inmediato volvió a su pose pétrea original. El enterrador, ya en un claro desvarío, señalaba con insistencia ese ser que por instantes cobró vida; la señora, ajena a todo, volteaba en búsqueda de algo o alguien, pues la cara de terror que tenía su ayudante, en verdad la había asustado. En el colmo del miedo, el joven trabajador, cayó desmayado derramando el agua que, nunca pudo llevarle a la señora, al haber sido blanco de la mirada angélica de enojo extremo que nunca olvidará.

Ahora, ya al haber vivido infinidad de veces estos fenómenos, el anciano sólo atina a decir que aunque algunos de estos seres son de luz y otros de oscuridad, él se limita a pedirles que no lo molesten, que él los deja hacer y decir lo que deseen, pues sabe perfectamente que las energías encuentran su canal de comunicación en las esculturas o estatuas que noche a noche lo acompañan.

Si quieres acude a este cementerio antiguo, tal vez a ti las esculturas de ángeles sí te digan algún secreto al pasar cerca de las suntuosas tumbas que resguardan. Ven, lee y anda Guanajuato.