El Laberinto

Del cielo te caen las hojas

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El viernes pasado llegué a casa con unas copitas de más y después de convivir un rato en la entrada, me subí al vecino a dormir conmigo y en la mañana, un poco confundida, lo primero que vi fue un par de ojos azules que me contemplaban desde los pies de la cama y par de orejitas puntiagudas muy atentas a mi reacción.

MUXE

El vecino ahora es mi nueva mascota felina y se llama Muxe. La razón para contar esta historia es, además de presumir, no lo voy negar, darle entrada a una reflexión sobre las cosas que vienen fácil, casi azarosamente , y por qué son tan importantes para mí.

“Cuando naces para tamal, del cielo te caen las hojas” llevaba años   deseando adoptar a un gato que le hiciera compañía a la territorial Maruca o más bien, siendo sinceros, que me hiciera compañía a mí y que me diese una responsabilidad y muchas novedades alegres, sin tener que ver los pañales ni de lejitos. Bueno pero nos vamos desviando, disculpen, el punto es que había visto muchas páginas de adopción y había intentado robar muchos cachorros, pero nunca había llegado a más, hasta ese día en que casi sin buscarlo, se dio todo de modo jocoso y natural.

No se trata de una cuestión de destino o de fatalidad, o no desde mi punto de vista, no quiere decir que uno seamos  miserables e insignificantes hojitas a merced de un viento del que no podemos escapar y que nos arrastra a pesar de nuestros deseos y resistencias; esto representaría que  la voluntad no vale para nada y que sentido tiene esforzarse si al final va a pasar lo que tenga que pasar, lo que creo es que existen dos factores que hacen que algunas cosas sean sencillas y otras se nos presenten de subida. El momento correcto y la compatibilidad con nuestros deseos y habilidades.

Me gusta pensar y aplicar este refrán en dos planos en particular: la vocación y el amor en todas sus formas, porque considero que ninguna de ellas tiene que ser forzada y que justo lo que fácil se da en estos  es lo que más dura y lo que mejor se disfruta. Una disciplina férrea, un trabajo duro, la mayor inversión, no son suficientes para ser lo máximo en algo si no se nos facilita, igualmente un plan de de conquista que incluya ruegos y detalles nunca podrá lograr aquello que se da cuando dos personas compatibles se miran a los ojos mientras platican y terminan siendo dos tamales dentro de la misma hoja o cuando encuentras entre tantas personas a un amigo de verdad, en las circunstancias menos pensadas.

No quiero que tomen este laberinto como si fuese yo un ser mediocre o cósmico, utilizando esta última palabra en el sentido del supersticioso amante del “universo que conspira”, o ¿por qué no?, cargado de una cósmica mediocridad, solo quisiera cerrar diciendo que bien podemos luchar por lo que queremos y al mismo tiempo abrir la puerta al momento y la casualidad a esos encantadores regalos que caen del cielo para hacernos tamal.