Histomagia

Pueblo fantasma

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En tu cumpleaños Coqui

De una forma que hasta al más objetivo lo hace meterse en apuros por querer aclararse a sí mismo lo que realmente pasa ante sus ojos, hay veces que las noticias de sucesos extranormales te llegan en momentos en los que tú nunca te has preguntado o cuestionado sobre si realmente sucede que las dimensiones o los tiempos se toquen en una forma vertiginosa y misteriosa en las carreteras de Guanajuato. Hoy, en la ciudad de Querétaro, platicando con mi entrañable amiga Coqui, ella me comentó con sorpresa si no me había ya contado una de los sucesos más extraños que le ha pasado en las afueras de Guanajuato, hace algunos ayeres, en que regresaba de su visita a mi casa en Cuévano.

Coqui me cuenta que aquélla noche, aquél dos de noviembre, después de despedirse de mí, ahí en mi casa en Mineral de la Hacienda, para regresar a Querétaro decidió tomar la carretera que va a San Miguel de Allende con el fin de llegar mucho más rápidamente y sin tanto trajín de la autopista que pasa por Irapuato. Les cuento a mis lectores que uno de los caminos más antiguos para llegar o salir de la ciudad de Guanajuato es sin duda esta vieja ruta Independencista que corre por los cerros en cañada que cubren una gran extensión de este municipio que colinda con el también histórico San Miguel de Allende.

El caso es que Coqui iba muy atenta a la carretera para poder llegar con bien y segura a su destino, y súbitamente, al sentir una extraña energía, se da cuenta de que va pasando por un pueblito pequeño, pintoresco que parece ser estaba de fiesta, pues la iglesita blanca que azulaba reflejante al lado derecho de la carretera, estaba ataviada con papeles tan coloridos al vuelo y muchas lucecitas de colores que cubrían como manto luminoso el caserío antiguo que la rodeaba, que daba gusto el verla majestuosa a un lado del camino viejo a San Miguel. Ante esta visión mágica y la sensación inevitable de extrañeza, ella en automático bajó la velocidad y lentamente transitó la carretera que pasaba justo en medio del pueblecito. La atmósfera se tornó más extraña aún, como que el tiempo se alentó, casi se paró. Ella veía su alrededor y las casas eran tan antiguas y hermosas en su construcción de piedra que los muros estaban como resguardando secretos que no era necesario revelar, pero que a ella se le presentaron como dándole a conocer que el tiempo es sólo un sustantivo, que el tiempo es el que cada uno vive en el momento y nada más.

En este congelamiento temporal, ella, desde su sexto sentido, atina a buscar algún alma en el camino, en el pueblo, alguna persona que dé cuenta de que lo que ve es real y no sólo su imaginación por la noche, el cansancio, el manejar tanto, pero no encuentra a nadie. Nadie vivía en ese pueblo, estaba completamente solo, solitario, tranquilo como si la humanidad hubiera desaparecido en ese instante, en ese preciso momento que pasaba por ahí. Su acompañante no sale de su asombro, pues ella también da cuenta de que no había nadie en ese pueblo festivo, que la festividad se había detenido en un espacio-tiempo inexistente como perpetuando la soledad de los caseríos de principios del siglo veinte antes, muy antes de la revolución, porque lo que sí era seguro era esa sensación como de querer saber sí, más de ese lugar, pero a la vez salir corriendo y escapar de ese encanto que los pueblos fantasmas tienen sobre las personas sensibles a los espíritus y energías que nos rodean y de las que muchas personas hacen caso omiso por no saber cómo encausarlas en su mente, en sus sentidos y en su imaginación.

Esa noche, después de pasar lentamente por el pueblecito, Coqui sabía que ese lugar no era real, que era una proyección atemporal que enmarca sin duda el imaginario social del pueblo de México, y, en Guanajuato, los pueblos mágicos y abandonados son parte del paisaje, por ello, Coqui regresó alguna vez a buscar, a la salida de la ciudad de Guanajuato, ese pueblito que ella y su compañera vieron aquélla noche de día de muertos y que ahora sólo queda en el anecdotario de su vida. Nunca, hasta la fecha, ha podido dar con él. Se perdió en el tiempo y el espacio o tal vez siga ahí, esperando solitario a que alguna otra alma visionaria, pueda hacerlo existir aunque sea un momento o hacerlo inmortal en una historia como lo estamos haciendo hoy.

Tú como Coqui vive mágicamente estas historias increíbles de amorosos fantasmas, pues aquí todo tiene alma, y fantasmas son también los pueblos, las casas, las plazas mismas. Ven, lee y anda Guanajuato.