Histomagia

Simios

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Tal vez las experiencias paranormales más comunes en Guanajuato sea la típica subida de muerto, los fantasmas que se pasean por las calles y callejones, los espíritus que se manifiestan en las casas y que, a veces, sólo a veces, te indican dónde dejaron las monedas de oro, o en casos más escalofriantes, te dan las monedas de muerta mano, porque una cosa es segura: vivos no están. Sin embargo, Guanajuato se caracteriza por este tipo de historias que muchas de las veces son tan comunes que no las creemos o solo las dejamos en visto, es decir, nos damos por enterados, pero no nos importan, no nos interesan.

Recientemente una amiga me contó cómo es que lo de la subida de muerto, para ella, se ha convertido en una verdadera pesadilla. Me cuenta que lo normal es que de repente estés en la duermevela y sientas que no puedes moverte ni un ápice, nada de nada. Y lo peor es que te quedas mudo porque al no haber movimiento, tampoco lo hay de las cuerdas vocales. Así que estás a merced del espíritu que quién sabe por qué está encima de ti y no de otro de los tantos habitantes de esta mítica ciudad. Lo sabido es que para romper el hechizo, lo mandas a la cama de los compadres, rezas in mente, lo maltratas con palabras duras y altisonantes en silencio (paradoja) y el muy taimado se va de inmediato. Claro que también existe el remedio para evitar la subida de muerto: llevar la ropa al revés, con sólo una prenda llevada al revés, los espíritus no se acercan. Eso dicen los que saben.

Mi amiga me relata que hace poco ya estaba por dormirse en su cama calientita, todo estaba bien, hasta que de repente siente cómo algo o alguien se desliza hacia su cara reptando por encima de ella entre las cobijas…ella no lo puede creer. Muerta de miedo y asco, levanta lentamente la cobija para descubrir un rostro simiesco viéndola fijamente con unos ojos rojos como el fuego, que al verse descubierto se queda como esperando entre las piernas de mi amiga a que ella lo cubra nuevamente. Ella, paralizada del terror de sentir a este ser demoniaco, sólo atina a cubrirlo de nuevo con la cobija en espera que se retire, que se esfume y se regrese a la dimensión de la que vino… y, en el colmo del horror, siente a ese ser que sigue subiendo, reptando de manera tan lenta y desestructurada hacia su rostro, sintiendo –pese a la sábana que la cubría– ese cuerpo peludo arriba de ella, sus uñas que escalan y se aferran a su cuerpo como no dejando espacio alguno entre ellos, pero ahora este ser hace un sonido horrible, una especie de chillido que le avisa de su posesión de ella irremediablemente, pues mi amiga, a estas alturas paralizada, no atina a nada, sólo piensa que rezar no la ayudará mucho, porque no es un espíritu en sí ¿o sí?  En esos pensamientos furtivos estaba cuando, ya en el momento en que este ser iba a poner su espantosa cara frente a su rostro, mi amiga sólo atina a pensar en su madre muerta y le pide protección desde donde esté para que se lleve a este horripilante ser. Y en un instante, así con tanto fervor lo pidió, que el simio monstruoso se evapora, desaparece ante sus desorbitados ojos, y todo vuelve a la normalidad, sola en su cama como cada noche en su casona del centro de esta ciudad, desde hace veinte años en que enviudó.

Dicen los que saben que estos seres son seres primigenios que nos cuidan desde la oscuridad en que fueron creados y que se presentan frente a frente cuando estás próximo a morir. Eso no lo sé de cierto, pero algo ha de tener, porque mi amiga, aunque dice no creer en esto, cada día invoca a su madre muerta para evitar que este simio se le acerque otra vez, porque pese a que sigue en su casona –ella a veces siente que la mira desde la oscuridad de su inmenso patio–, para no verlo cara a cara, evade el tema,  y piensa que así no morirá. Sólo retomó la historia para esta colaboradora y poder enterar a otros de lo que se vive aquí en Cuévano.

No, si la vida nocturna de esta ciudad no sólo es de bares, callejones o jardines, tiene tantos misterios que es imposible describirlos todos aquí, por eso si quieres conocerlos, ven, lee y anda Guanajuato.