El Laberinto

Turista mundial

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Esta semana nos sentamos a la mesa para masacrarnos, como lo hacemos desde los diez años, con una buena partida de “Turista mundial” que para quienes no lo conocen (sería raro pero no imposible) consiste en un tablero dividido en casillas que representan países (menos Hawai) que uno va comprando a su paso determinado por los dados  para después cobrarle renta a los otros jugadores, además de que puedes ser deportado a Groelandia, y te ahorras medio tablero, recibes cartas y telegramas en los que la banca te da y te quita y cada que pasas por el inicio cobras.

Si consigues reunir un color (una terna de países) puedes fincarlos y destripar a tus  oponentes con ominosas cuentas que terminan con familias, amistades y auto estimas.

Cuando era niña y manejaba un promedio de 10 pesos a la semana, una verdadera fortuna para  comprar dulces, me hacía ilusión manejar los billetitos de colores llenos de ceros, pagar y cobrar y ser sableada por la banca, pero ya de adulto, noté para mi sorpresa que me sentía sumamente ansiosa al  lanzar los dados, porque cada movimiento cuesta y me daban ganas de tomarme un par de turnos para respirar y vivir de mis rentas, si es que alguien caía en mis modestos y no fincados dominios. La peor casilla es la aduana que te obliga a contar todos tus bienes para después quitarte el 10%, dolorosamente similar a Hacienda.

He de confesar que sentí un verdadero alivio cuando caí en Túnez, que es de los más caros ya con hotel, y quedé en absoluta bancarrota después de no aceptar turbios tratos de traspasos que solo prolongarían mi agonía, además de que de ahí proviene este laberinto pues tuve bastante tiempo para ver el juego a la distancia, pues fui la primera en perder, lo cual me hizo pensar  en algunas lecciones que te deja, con sus paralelismos con la vida real.

Primero es que los costos de las visitas están directamente relacionados con la distancia que tienen con el punto de salida, es decir está pensado desde México y por eso el orden comienza en América, para luego pasar por Europa, después por Asia y finalmente por África, la segunda lección es que todo cuesta, incluso si te quedas encerrado te llegan los recibos porque gastas en servicios, la tercera es que para poder generar ingresos, a menos que tengas propiedades, tienes que moverte y darle vueltas al tablero, que además te pueden salir más caras que la paga misma. Pero no hay opción, hay que tirar los dados si quieres seguir jugando.

Por último la cuestión es que el juego es francamente insostenible, para seguir jugando, si eres el que tiene ventaja tienes que soltar dádivas o perdonar vidas, pero la realidad es que en algún momento volverán a caer en alguna casilla costosa y se endeudarán de nuevo, la tendencia no solo de turista, es que la acumulación y el despeluque son el objetivo y la distribución de los territorios es completamente azarosa y por lo tanto inequitativa. Ya sé porque me inclino a la izquierda, siempre he sido terrible en el turista.