Histomagia

Criaturas en el agua

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A Andrea

Guanajuato es una ciudad de presas, como es una ciudad cerca de la sierra, el agua baja por las laderas de los cerros y, abundante, toma su cauce en las diversas cuencas que la bajan a la ciudad o los cerros. En tiempos pasados, uno de los juegos preferidos de los niños era irse a bañar a las presas y pasar el día entero en sus aguas divirtiéndose solitos, pues generalmente los adultos no los acompañaban dado que los jóvenes y niños se escapaban con la palomilla a refrescarse el cuerpo.

Hace poco, supe de un joven que se ahogó en una de las presas de por aquí, la primera información fue que trató de salvar al padre de su novia y ambos se ahogaron, pero luego, uno de mis alumnos me contó que al parecer quien se adentró primero a las aguas fue el joven que de repente dio signos de estarse ahogando, su novia intentó sacarlo, pero él en su desesperación la hundía, por lo que ella le dice a su padre, quien se mete a la presa a sacarlo, y, en un destino fatal, ambos se hundieron.

Hasta aquí parece ser la noticia típica de un ahogamiento, sin embargo mi alumna me dice que lo que la gente cuenta es que el muchacho como que ya sabía que iba a morir, porque días antes hablaba como en pasado, como despidiéndose y regalando algunas de sus cosas más preciadas, por ello, cuando relatan que se adentró en las aguas, es porque ya lo sabía. Dicen que esa actitud enojó a los espíritus que existen en el agua, que son entidades que permanecen ahí y que con la fuerza interna que el mismo elemento les da, lo jalaron de un pie, pues el chico aterrado ante su inminente muerte, gritaba incesantemente que lo jalaban muy fuerte, que no se podía zafar, que lo ayudaran… su grito terminó en un silencioso ahogo en esas aguas tranquilas.

Esta no es la única narración sobre el hecho sobrenatural de las entidades o fantasmas que ahí habitan; no, no me refiero a los seres elementales como las ondinas, me refiero al espíritu de los que anteriormente han fallecido en esos lugares. Una amiga me cuenta que una vez, estando meditabunda y melancólica observando el agua cerca de la Atalaya de la Presa de la Olla, estaba tan relajada viendo cómo la luz se descomponía en fractales de luz, que de repente, observó una especie de manitas transparentes que jugaban a agarrar la luz, como ya estaba cayendo la tarde, la luz reflejada ya era de la iluminación que rodea el lugar, sin embargo, esas manitas tocaban jugueteando la luz. Mi amiga fascinada observaba a este ser, inesperadamente ve un horrible rostro que la mira fijamente y le sonríe con una especie de dientecitos puntiagudos en una risilla que hacía burbujas en el agua, ella sale de su embeleso y se aparta de la orilla de la presa, no puede creerlo, ese ser ¿qué es? o mejor dicho ¿quién fue en vida? porque era claro que esa especie de ente tenía rasgos humanos. Con sigilo se acerca a la orilla otra vez y cuál es su sorpresa al ver a este ser recargado en las piedras cercanas a la pared de la presa, viéndola y escalando poco a poco hacia ella quien en un grito desesperado pide ayuda a… nadie, estaba sola y lejos de su auto. Automáticamente mi amiga se despega de la pared de la presa y corre hacia su auto con desesperación, sin pensarlo, voltea y ve como ese ser escurre agua y lodo de su cuerpo que era una especie de goma envuelto en un velo transparente…ella llega a su carro, se introduce en él y lo arranca, logrando huir. En un instante, voltea y observa que ese ser descarnado ahora, se queda parado, escurriendo agua lodosa en sus pies nauseabundos y mirándola con unos ojillos brillantemente azules siguiéndola aun con la mirada cuando dio vuelta a la presa para bajar al centro de la ciudad.

Mi amiga cuenta que ya cuando va a la Presa, ni de broma se acerca al borde, sólo la observa a la distancia sabiendo que ahí adentro existen cosas, seres que no imaginas. No sé por qué los seres humanos pensamos que somos los únicos que habitamos este planeta, hay tantas evidencias de que no estamos solos ¿quieres saberlo? Ven, conoce, lee y anda Guanajuato.