Histomagia

Edgar

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Este nuevo año sentimos a nuestros seres queridos cerca, a los vivos y a los muertos…

Saber que un nuevo año comienza nos hace ser optimistas de nuestro futuro, sabemos que la vida pasa y se construye paso a paso, día a día, que estar cerca de la familia y de nuestros amigos hace que todo se vuelva más fácil por el apoyo que siempre nos brindan. Lo inesperado es que también sigamos en comunicación, sin querer, con nuestros muertos.

Hoy, fuimos a casa de mi suegra, Doña Boni. Ella en verdad estaba reocupada por uno de sus hijos: Edgar, quien vive en Celaya, y esta semana tuvo una recaída médica, por lo que fue llevado de inmediato al hospital. Como mamá, Doña Boni estuvo todo el tiempo en comunicación con Sandy, la esposa de Edgar, quien la mantuvo informada de la evolución médica y dada de alta de su hijo. Afortunadamente, solo fue el susto, la situación no pasó a mayores y la vida apasible de mi suegra sigue su curso.

El asunto aquí es que, cuando nos estaba contando esto, de repente se puso muy melancólica y con su mirada fija en el ventanal comienzó a contarnos cómo fue que se enteró de que Edgar estaba en tal situación. Ella nos dice que estaba viendo la televisión, como todos los días, el jueves por la tarde, acompañada de Alessandra, su nieta. La casa de Doña Boni es amplia, estilo los 70´s donde desde cualquier perspectiva ves la totalidad de la sala, y aunque es luminosa, a las seis de la tarde, el ocaso hace su entrada, tornando esa luz en tonos anaranjados que dan idea de estar ya listos para el descanso de todos los días. Aún no había encendido las luces, por lo que la atmósfera esta parduzca, casi en penumbras, lo que le permitía estar más atenta a su TV. Pues bien, ella nos dice que, en ese momento, sin ni siquiera estar pensando en nada ni en nadie, solamente con su atención a su programa favorito, escuchó que alguien le dijo al oído: “¿Y Edgar?”. Ella palideció, pues perfectamente sabía que solo estaban en la casa ellas dos. Asustada, Doña Boni volteó de inmediato y entre la penumbra vio que no había nadie cerca de ella, su nieta estaba en el otro sillón jugando con su teléfono, por lo que asombrada y sin tiempo para asimilar lo sucedido, dejó su miedo a un lado y solo pensando en su amado hijo, de inmediato le dijo de a Alessandra la comunicara a Celaya para saber qué había pasado con él, y efectivamente, Edgar había sido hospitalizado en ese instante por una recaída de su presión. Doña Boni en ese momento se dio cuenta que entonces quien la había alertado de la condición médica de su hijo era un espíritu de bien, y cavilando Doña Boni nos dice que tal vez esa voz no es otra que la de su difunto esposo Don Pedro, quien hace siete años murió, y ella cree que desde donde está, sigue amando a sus hijos con tal amor que no importan las barreras de la muerte para estar pendiente de ellos. Sabes que el amor trasciende dimensiones, y todas las barreras existentes. Ven, lee y anda Guanajuato.