El Laberinto

Los reyes magos

Compartir

No me tachen de amargada por este laberinto, contrario a lo que parezca, también a mí me gusta mucho ver a los niños con sus juguetes nuevos, sus caritas sonrientes y la ilusión de que a unos desconocidos medio orientales y hechiceros de hace 2000 años les importa lo que hagan y se los van a recompensar.

Pero pensándolo a fondo y echándole la culpa directamente a los adultos, el día de reyes es un excelente pretexto para pensar en muchas cosas que estamos haciendo mal al criar a los más peques, que no hay que olvidar que algún día crecerán y dominaran el mundo, si es que les dejamos algo que dominar o es que si no cae el meteorito ese que nos anuncian tanto.

Primero que nada fomentan una cultura materialista, para ser feliz hay que tener y mucho, lo más caro, lo más nuevo y lo mejor. La industria juguetera tiene más de una cara siniestra, empezando por que refuerza los estereotipos de género como que las nenas necesitan cocinas y los nenes carros y los de belleza pues todos quieren parecerse a ellos, además aunque no tengo los números, contamina horriblemente con el uso de plásticos y la necia insistencia de que se siga gastando en ellos poniéndoles mecanismos a pilas, vendiendo todo por separado o requiriendo  insumos exclusivos que   son un pozo sin fondo y cuando no se tienen dejan al artefacto como un cacharro sin  gracia. 

Es decir, frustra a los niños y los hace consumidores desde que saben hablar, a la par que agota los recursos que algún día tendrían que servirles a ellos para su subsistencia.

Por si esto no fuese suficiente promueven la creencia de que cumplir con sus obligaciones debe ser premiado,  sin olvidar el hecho de que les hacemos creer que lo que reciben se basa en su comportamiento cuando todos sabemos que sale de las aspiraciones, sueños rotos y carteras de sus papás, que presumen entre sus pares como pudieron abarrotar los arbolitos, aunque les cueste deudas y dolores de cabeza.

Por su lado los niños, que no son tontos, saben cuándo obraron mal y que aun así recibieron juguetes, los reyes son la primera lección de impunidad que podemos conocer, el crimen no paga, sobre todo si te encuentras en un medio privilegiado. Para los más pobres, en cambio, les hace crecer con culpa o con una tremenda sensación  de injusticia.   No digo que jugar este mal, lo necesitan para aprender a socializar para desarrollarse, para saber que no todo en esta vida es trabajo y sufrimiento, pero se tiene que hacer pensando justo en ello, dándoles cosas que  estimulen sus ganas de aprender y de crear, que no sean desechables, que no los conviertan en zombis intolerantes y antipáticos y de tal manera que no los haga pensar que se merecen todo por el simple hecho de respirar y que no existen consecuencias o responsabilidades. O dicho en pocas palabras para que sean mejores adultos de lo que somos nosotros.