Miguel Hidalgo y Costilla antes de ser el caudillo

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José Eduardo Vidaurri Aréchiga,

Cronista Municipal de Guanajuato.

Miguel Hidalgo por Carlos Labielle. Siglo XIX.

Las siguientes líneas están dedicadas a la vida de don Miguel Hidalgo y Costilla en ocasión del 267 aniversario de su nacimiento que se celebra el 8 de mayo de 2020. La propuesta es acercarnos a la vida del héroe, antes del inicio de la guerra de independencia, a conocer un poco de su trayectoria antes de que el frenesí de libertad lo impulsara a iniciar el movimiento de independencia.

Don Miguel Hidalgo y Costilla nació en el seno de una familia que era criolla desde hacía ya varias generaciones, su principal actividad estaba centrada en las labores del campo, en la agricultura y todos los trabajos propios de una hacienda de labor y de un rancho. Su padre Cristóbal Hidalgo, era integrante de una familia de clase media que se dedicaba a la administración de haciendas de labor. Su madre Ana María Gallaga y Villaseñor tenía también procedencia del ambiente rural, fue precisamente un tío de la madre, don Manuel Mateo Gallaga quién arrendó el rancho de San Vicente en la Hacienda de San Diego de Corralejo, en Pénjamo, a donde llegó después Cristóbal Hidalgo para desempeñarse como administrador de la hacienda.

Pero también existía otra rama de la familia de Miguel Hidalgo que se integraba por estudiosos, principalmente clérigos, que se habían formado en los seminarios de Valladolid y que se desempeñaron con mucha aceptación, y de forma muy constructiva, con los fieles de sus parroquias en el obispado de Michoacán y alguno de ellos incluso llegó a ocupar un cargo en la propia catedral.

Los padres de Miguel Hidalgo, Cristóbal y Ana María se conocieron en el año de 1749 y se casaron en 1750. Ellos tuvieron cinco hijos, Joaquín el mayor que nació en 1751, luego vino Miguel que nació el 8 de mayo de 1753 y a quien bautizaron con los nombres de Miguel Gregorio Antonio Ignacio, luego llegó un pequeñito al que llamaron José María que por desgracia falleció prematuramente, después nació otro niño que fue llamado también José María para honrar la memoria del anterior y, finalmente nació Manuel en un complicado trabajo de parto que cobró, desafortunadamente, la vida de la madre.

El padre de Miguel, viudo, casó en segundas nupcias con Rita Peredo con quien tuvo un hijo al que llamaron Mariano. La desgracia volvió a enlutar a la familia con la muerte de doña Rita y el padre casó, en terceras nupcias con Jeronima Ramos con quien tuvo cinco hijos más: Ana Josefa Joaquina, María Guadalupe, Juan Nepomuceno Pascual, María Vicente Gertrudis y, María Agustina Lucía.

Volviendo al pequeño Miguel Hidalgo, nuestro personaje, quedó huérfano poco antes de cumplir los nueve años. Sus grandes compañeros durante la infancia fueron, sin duda, sus hermanos, especialmente el mayor Joaquín, aunque las crónicas refieren que Miguel desde pequeño fue siempre muy amiguero, interactuaba con todos los niños de la hacienda, con los hijos de los perones y, con todos, refiere el historiador Fortino López, se divertían atrapando mariposas, gustaban de recolectar flores y de observar aves, pastoreaban y hacían, como niños, travesuras en equipo.

Luego Miguel aprendió a montar a caballo y llegó a ser un buen jinete, ordeñaba vacas, esquilaba ovejas, sabía sembrar, recolectar frutos y conocía bien todas las labores agropecuarias.

Fue en Corralejo donde aprendió a leer, a escribir, aprendió también aritmética y los principios de la doctrina cristiana y, como señala el reconocido historiador Carlos Herrejón, fue ahí, en Corralejo donde seguramente se inició en el aprendizaje formal de la música, particularmente del violín ya que siendo aún muy joven sabía tocarlo por nota. Es verdad que Hidalgo fue un amante de la música, sabemos que cuando fue cura de San Felipe y luego del pueblo de Dolores, formó bandas de música con las que amenizaba las tertulias en aquella famosa casa “La Francia Chiquita” en San Felipe y en su casa de Dolores después.

Regresando. Fue a principios de 1765 cuando tenía apenas doce años que él y su hermano Joaquín se mudaron a la ciudad de Valladolid para inscribirse en el prestigiado Colegio de San Nicolás en donde estudiarían Gramática Latina y Retórica para poder así abrazar, como se dice, la carrera eclesiástica.


Catedral de Valladolid (hoy Morelia)

El rector del Colegio en ese momento era el padre Juan José Moreno, originario de Yuriria y autor de una notable biografía de don Vasco de Quiroga, el Tata Vasco que sembró las bases de la economía, la cultura y la fe en el vasto obispado de Michoacán. El padre Moreno pues recibió con agrado a los hermanos Joaquín y Miguel Hidalgo.

El Colegio funcionaba entonces como internado y las clases se tomaban en el vecino colegio de San Xavier de los jesuitas. Los hermanos Hidalgo completaron formalmente los cursos de Gramática a fines e 1766 y, a principios de 1767, comenzaron a estudiar Retórica, pero fue a mediados de ese año cuando se produjo la expulsión de los jesuitas, circunstancia que obligó a los hermanos a trasladarse temporalmente a Tejupilco con su tía María Costilla, hermana de su padre.

Al regreso a Valladolid prosiguieron los estudios de filosofía, ahora si en el propio Colegio de San Nicolás y fue seguramente en esa etapa cuando Miguel se ganó, por parte de sus compañeros, el apodo de “El Zorro” por su astucia.

La formación en filosofía concluyó en febrero de 1770, los jóvenes Hidalgo estaban listos para graduarse como bachilleres en la Real y Pontificia Universidad de México. El viaje a la gran ciudad ocurrió en marzo y, seguramente, fue una gran experiencia para ambos que resultaron brillantemente graduados.

Luego, de regreso, siguieron los cursos de Teología: la dogmática y la moral. Esa etapa la concluyeron en 1773, justo cuando Miguel Hidalgo tenía 20 años, pero aún faltaba tiempo para recibir las órdenes sacerdotales. Bien formado académicamente comenzó a impartir clases, en el Colegio de San Nicolás, cubriendo a los catedráticos que por alguna razón no podían asistir, así, imaginamos a Miguel Hidalgo dando clases de Latín, de Teología, de Filosofía y de todo lo que fuese necesario.

Fue hasta el año de 1777 cuando obtuvo la titularidad de la cátedra de Latín, aunque su versatilidad le permitió seguir impartiendo múltiples clases. Hidalgo estudió también la lengua otomí antes e presentar sus exámenes de teología moral y poder ordenarse como sacerdote.

A los 25 años, en 1778 era ya sacerdote y prosiguió con su carrera como catedrático con notas brillantes en su desempeño que lo llevaron, en 1790, a convertirse en rector de su Colegio, su permanencia en el cargo se extendió hasta 1792 cuando, en atención a una serie de denuncias de sus detractores, tuvo que dejar el cargo.

Miguel Hidalgo como rector del Colegio de San Nicolás. Anónimo del siglo XVIII

Las denuncias presentadas en su contra lo señalaban como un gran aficionado a los juegos de azar, de tener inclinaciones profundas a la lectura de textos prohibidos y otras mamarrachadas que surgían más del celo y la envidia de algunos “compañeros”.

Luego de dejar la rectoría, Miguel Hidalgo fue enviado por el entonces Obispo de Michoacán, fray Antonio de San Miguel, al curato de Colima. Después de 25 años dejaba Valladolid, una salida sin duda dolorosa para el cura porque como lo refirió Ernesto Lemoine Villicaña “…Valladolid lo forma y lo conforma, modula y precisa su carácter…”

En Colima estuvo unos ocho meses, luego regreso a Valladolid por un breve periodo, entonces fue enviado al curato de San Felipe en la Intendencia de Guanajuato, allí estuvo hasta el año de 1802 cuando ocurrió el fallecimiento de su hermano José Joaquín y, Miguel solicitó el cambio al pueblo de Dolores.

Hidalgo con gente del pueblo. Adolfo Mexiac. Colección de la Academia de Artes

La estancia de don Miguel Hidalgo y Costilla en San Felipe primero y, en el pueblo de Dolores después, le permitieron ganarse la confianza y el afecto de sus fieles, se dedicó a la enseñanza de nobles oficios como la alfarería, la carpintería, el curtido de pieles y la cría del gusano de seda, también les inculcó el gusto y la pasión por el teatro y la música y pudo, además, emprender algunos negocios que le permitieron tener algunos ingresos que lo liberaban de algunas de sus monótonas obligaciones.

En esa etapa don Miguel tenía ya un público y reconocido nivel de ilustración, un carácter amigable, ambicioso y rebelde. Era un gran lector, principalmente de los autores de la ilustración y, como ya hemos referido, un amante del teatro, de la música y de las artes en general. Viajaba con frecuencia a Valladolid, a Querétaro, a San Miguel el Grande y a nuestra siempre bella ciudad de Guanajuato. 

Aquí en Guanajuato hizo grandes amigos, el Intendente Juan Antonio de Riaño y Bárcena y su esposa la cultivada Victoria Maixent, fue amigo de la familia Alamán, de los Bustamante, tenía una entrañable amistad con el cura de Guanajuato don Antonio Labarrieta y se codeaba con don José Mariano de Sardaneta y Llorente, el segundo Marqués de Rayas, por referir algunos.

Miguel Hidalgo

Cuando en 1809 se divulgó la noticia de que, en Valladolid, se había descubierto una conspiración contra el reino, don Miguel Hidalgo sabía que, tarde o temprano, se integraría a una de esas conspiraciones. Y Fue así justo como sucedió en 1810 cuando luego de asistir a algunas tertulias, en Querétaro y en San Miguel, entabló amistad con Ignacio Allende, con Juan Aldama, con Mariano Abasolo, con el Corregidor de Querétaro don Miguel Domínguez y su esposa doña Josefa Ortiz.

Al tiempo don Miguel Hidalgo se convirtió en el líder natural de la conspiración que, al ser descubierta, condujo con frenesí de libertad a la búsqueda de nuestra independencia nacional.  

Por tu bien y el de todos, recuerda

¡Quédate en casa¡


Hidalgo y otros insurgentes. (Fragmento) Salvador Tarazona. 1943

© J. E. V. A. 2020