Apuntes sobre las placas y la nomenclatura de las calles y callejones de Guanajuato hacia 1827

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José Eduardo Vidaurri Aréchiga

Cronista municipal de Guanajuato.

Plaza de San Diego. Obra de Daniel Thomas Egerton. 1840

Hagamos, de nueva cuenta, un pequeño viaje al pasado de Guanajuato y conozcamos algo más de las viejas estampas de nuestra historia, de nuestros personajes y de nuestra tradición.

Hoy nos ocuparemos de un aspecto muy interesante de nuestra estructura urbana, el de su nomenclatura y su ordenamiento, a propósito de que, en 1827, hace 193 años se colocaron unas pequeñas placas cuadradas de loza de barro que tenían los nombres de algunas de las calles y callejones de nuestra ciudad.

Placa de cantera en a la Plaza Mayor, actual Plaza de la PazFotografía J.E.V.A..

En sus orígenes la población de Guanajuato comenzó su proceso de urbanización teniendo como referente central el fortín de Santa Fe, en sus proximidades se establecieron las autoridades civiles y militares. Luego comenzó el asentamiento de las haciendas de beneficio descritas, en las ordenanzas de la minería de la Nueva España y en el registro de las primeras minas de Guanajuato como: “…ingenios de moler, ingenios de incorporar, ingenios para desazogar y para casas de morada y para casas de cuadrilla de negros y de indios y para casas de acerrar metal y para ingenio de fundición…”

La descripción de las haciendas de beneficio lleva inserta la necesidad que tenían en sus orígenes, las haciendas de beneficio de Guanajuato, de integrar, como parte de ellas, a las viviendas de los trabajadores de las mismas en esas “cuadrillas” o “puebles” espacios de vivienda que fueron, sin duda, el inicio de nuestros barrios y vecindarios.

Placa de cantera en la Plaza de San Diego, actual Jardín de la Unión. Fotografía J.E.V.A.

Las haciendas y las “cuadrillas” fueron modificándose con el tiempo y de alguna manera se fueron separando (aunque se mantuvieran asociadas las cuadrillas a la hacienda de origen) para conformar los vecindarios, luego el evidente crecimiento demográfico y la expansión urbana de Guanajuato fue definiendo de manera muy particular la nomenclatura de las calles, callejones, plazas y otros espacios públicos.

Podemos imaginar, siguiendo la pauta de otras poblaciones, atendiendo a la presencia de las haciendas de beneficio la primer denominación de esos nacientes vecindarios correspondía a las propias haciendas, por ejemplo el barrio de hacienda de Luna, o hacienda de Duran. Luego con la consolidación de la minería y la construcción de fincas de los vecinos principales algunas calles y callejones eran nombrados atendiendo a esos personajes, como la calle de Sopeña o el Callejón del Bueno, veamos estos ejemplost:

Sobre Sopeña.

La calle recibió la denominación que corresponde al apellido paterno del Capitán Juan de Sopeña de la Herrán (Laherrán), que había nacido en N. Valle de Sámano, el 2 de febrero de 1661, se avecindó en Santa Fe de Guanajuato y poseía múltiples bienes en esa calle que originalmente se llamaba calle real. Juan de Sopeña fue un hábil comerciante que mercadeaba insumos para la minería y luego, a principios del siglo XVIII, incursionó como inversionista en la minería llegando a ser dueño de la mitad de la mina de Rayas; el dueño de la otra mitad era Lorenzo Cano Cortés. En el año de 1692 se desempeñó como regidor del cabildo y en 1696 fue alcalde ordinario.  Fue hijo de Mateo de Sopeña y de Ángela de la Herrán”.

Sobre el Callejón del Bueno

Hacia el año de 1736 don Manuel Bueno, vecino comerciante de la villa de Guanajuato compró una posesión de casas al bachiller don José Antonio de Busto, en la calle que llaman de Sopeña. Así, entre las casas de los herederos de don Andrés Velázquez de la Rocha y las adquiridas por don Manuel, se formó el callejón del bueno que desemboca en lo que fue la casa de moneda”.

 También era común que las personas se guiaran para ubicar alguna dirección siguiendo las indicaciones que se estilaban: …Caminas por la calle del Cerero, y donde está la virgen de la Purísima Concepción das vuelta a la derecha y en la puerta roja ahí es mi casa. Es decir se le proporcionaba el “santo” y la “seña”.

Hornacina donde se colocan las imágenes votivas, el santo, faltaría dar también la seña. En este caso es el de Tamazuca esquina con Tepetapa.Fotografía de J.E.V.A.

Así, con peculiaridades como estas, nació y creció el real de Minas, la Villa y la ciudad de Santa Fe de Guanajuato.  Más adelante, en el último tercio del siglo XVIII La ciudad de Guanajuato experimentó, durante la administración del intendente Juan Antonio de Riaño y Bárcena, un primer ejercicio de ordenamiento urbano en materia de administración, delimitación de la ciudad en cuarteles y designación de jueces, limpieza y tránsito entre otras.

Sobre la “División de la ciudad en cuarteles y designación de jueces” Riaño buscaba mejorar, en lo posible, la traza y la regularización de las calles, esa fue una de sus principales preocupaciones. En su Plan de reorganización municipal o Plan de los once cuarteles presentado por el intendente el 6 de marzo de 1792, se incluía un padrón de los vecinos de la ciudad y se explicaba la importancia de dividir a la ciudad en cuarteles, cada uno de los cuales les asignaría un juez con el propósito de mantener la tranquilidad, procurar la paz y el orden que demandaba la causa pública y la santa religión.

Quizá esta es de las pocas placas del siglo XVIII que aún se pueden observar en el centro de la ciudad. Esta corresponde al Puente del Rastro. Fotografía Susana Ojeda.

Los jueces portarían un bastón con puño de marfil, de tal suerte que los vecinos o la tropa los pudieran identificar y auxiliar. Los jueces podrían encarcelar, corregir o utilizar otro medio que permitiera hacer cumplir las ordenanzas pero siempre, sin falta, deberían de notificar sus acciones al intendente.

Ejemplos:

Cuartel 1. La plaza mayor hacia el puente de la aduana vieja, los callejones del Marqués, Zapateros, Puerco, Calle de la Tenaza, Nueva del Truco y Cruz Verde. Juez: Don Fernando Mazorra.

Cuartel 2. Plazuela de San Diego, Calle de los Siete Vicios, Puente de San Antonio, Calle de Alonso hasta el puente de San Ignacio, Barrio del Venado y Solar de Oliva. Juez: Capitán don José Manuel Pezuela.

Conocemos la división descriptiva que hizo el intendente Riaño, pero conocemos, en realidad, pocas placas de cantera o de algún otro material que procedan de esa época (finales del siglo XVIII), por ello resulta significativo resaltar dos referencias en nuestro paseo de hoy.

Placa de loza de barro, quizá de las que referimos en la presente nota elaboradas en el barrio de San Luisito a principios del siglo XIX. Fotografía J.E.V.A.

La primera de ellas es la noticia que se incluye en las Efemérides de don Lucio Marmolejo que nos dice que, hacia el año 1818: “las fábricas de loza corriente, situadas en el barrio de S. Luisito, comienzan en este año a tomar un notable incremento” Eso me parece importante porque significa que ya estaban operando los talleres de alfarería.

Placas colocadas por iniciativa de Lucio Marmolejo, siguiendo la división de la ciudad que originalmente propuso el Intendente Juan Antonio de Riaño y Bárcena

La segunda, que tiene qué ver justo con la referencia original de este pequeño paseo, puesto que el 17 de agosto de 1827 se mandó poner la nomenclatura de las plazas, calles y callejones de esta capital, escrita en pequeños cuadros de loza de S. Luisito, que costaron a 5 pesos la docena.

Así que la próxima salida a la calle, con las debidas precauciones que impone la pandemia y con uso de tapabocas, le invito a observar las placas que nos ayudan a ubicarnos, pero también a leer la ciudad desde otra visión, seguro estoy que disfrutará ese ejercicio de identificar las múltiples placas de diferentes épocas que están adosadas a los añejos muros de nuestra ciudad. En otra ocasión hablaremos de las placas que se colocaron por iniciativa de don Lucio Marmolejo y de otras.

Hornacina localizada en la Calle LascuraIn de Retana, antes del Cerero.Fotografía J.E.V.A.

 © J.E.V.A.2020. AGOSTO 14.