El Laberinto

Pulgas montoneras

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Para hablar de cómo los problemas tienen la nefasta tendencia a acumularse en un mismo momento, el dicho sugiere que al perro más flaco se le suben todas las pulgas, y ahí me imagino al ejército de parásitos deliberando sobre a quien a abordar o decidiendo multiplicarse infinitamente sobre el can famélico que no se puede defender y que además debe buscar su alimento mientras él mismo es comido. No sé si a ustedes pero a mí me suena a una metáfora de la desigualdad social.

Para mí la acumulación de los problemas suena más como una paliza multitudinaria, en la cual el más fuerte o el que tiene más arrojo propina el primer golpe a la víctima directo al estómago para que mientras yace en el suelo sin aire el resto oportunista lo siga pateando con saña. O por lo menos así se siente, se nubla todo, se pierde la esperanza y uno ya no ve lo duro si no lo tupido del asunto. Lo cierto es que aplica en el plano físico, en el personal y en el social y es importante visibilizarlo

En el caso del plano físico, y más específicamente con las enfermedades, es más notorio porque la primera te debilita y el resto solo entran como si tuvieran invitación y además muchas veces acaban siendo peores que el resto, aquí queda cuidarnos cuando estamos sanos, para aminorar riesgo. Podemos ver que incluso torcerse un tobillo termina siendo un dolor de cadera, de espalda y hasta de cabeza pensando que analgésico nos podrá ayudar sin crear un problema nuevo.

En las cuestiones personales, un problema fuerte del tipo que sea se convierte fácilmente en  emocional, estar de malas nos genera nuevos problemas con otras personas, sentirse deprimido le da una nueva luz a todo que facilita que veamos todo más siniestro de lo que es y entonces de nuevo puede que la causa original sea más sencilla de solucionar que todas las pulgas que se encimaron cuando éramos un perrito flaco. Algo podemos hacer para evitarlo, fortaleciendo nuestras relaciones y redes de apoyo, contextualizando los problemas y hablando mucho como terapia. Pensar que ciertos estados de ánimo funcionan como lupa ante situaciones pequeñas y preguntarnos qué tan grave es cada cosa antes de derramarnos como vaso con demasiado contenido también ayuda a apaciguar estos casos.

Ya pasando al plano social las problemáticas son tan difíciles de describir y aún peor de ser solucionados porque normalmente para cuando nos damos cuenta de que algo está pasando ya es una madeja informe e intimidante que involucra tantas cosas que agobia. Lo primero supongo que sería encontrar el cabo o mejor aún, evitar que algún inútil la siga enredando a su gusto, es decir antes de limpiar los charcos lo primero es cerrar el grifo.

Tener esto presente ayuda para poder atajar los problemas cuando apenas empiezan, matar a la primera pulga y saber que si vemos una es muy probable que vengan más y además debe existir alguna causa, algún ambiente u otro portador. De paso podría dotarnos de suficiente empatía como para no volvernos, voluntaria o involuntariamente, alguno de los individuos que tunden al que ya está tirado y más bien aprender a tenderle la mano, a menos que claro haberlo tirado fuese en un principio la solución a algún problema peor.